En el año 2013, el profesor Gregory Thompson, de la Universidad de Virginia (EE UU), realizó una investigación a petición de la ONG International Council of Clean Transportion, descubriendo que las emisiones de gases contaminantes de los motores diésel de Volkswagen no concordaban con las cifras dadas por la empresa. En 2015 salió a la luz que dicho fabricante había instalado ilegalmente un software para cambiar los resultados de los controles técnicos de emisiones contaminantes en 11 millones de automóviles con motor diesel. Como resultado de este fraude, sus motores habían sorteado con éxito los estándares de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Los vehículos implicados emiten hasta 40 veces el límite legal de óxidos de nitrógeno por lo que se pone en duda si los motores diésel son en realidad más limpios que los motores de gasolina.

La Comisión Europea conocía con todo lujo de detalles que los controles a las emisiones de los coches del grupo Volkswagen no mostraban cifras fiables. Lo advirtió en dos informes en 2011 y 2012. Y sobre todo en 2013, cuando en un documento publicado por The Financial Times explicó el uso de los denominados chips Volkswagen, dispositivos que desactivan funciones para controlar emisiones cuando el coche está siendo examinado. Bruselas ha mirado sospechosamente hacia otro lado en ese asunto y ha optado por dar largas al asunto, pese a que podría expedientar a Alemania y a otros países fabricantes por incumplir las directivas europeas. Reacciona la Comisión Europea con una dura propuesta para aplicar controles en carretera a los vehículos, y no en laboratorio. El Parlamento Europeo aprueba la nueva regulación pero los socios de la UE, sin embargo, obvian esos planes e implantan más laxitud, sobre todos entre los que albergan fábricas de la industria automovilística.

A finales de abril, el Gobierno alemán alertó de que 17 fabricantes de vehículos podrían estar desconectando de manera irregular los dispositivos de control de emisiones de algunos de sus modelos, contaminando así en realidad más de lo permitido. Las marcas y modelos son: Audi (A6), Porsche (Macan), Volkswagen (Amarok, Crafter), Opel (Insignia, Zafira) y Mercedes (V250 bluetec), Alfa Romeo (Giulietta), Chevrolet (Cruze), Dacia (Sandero), Fiat (Ducato), Ford (C-Max), Hyundai (ix35, i20), Jaguar (XE), Jeep (Cherokee), Land Rover (Range Rover), Nissan (Navara), Renault (Kadjar) y Suzuki (Vitara). Además del fraude al que estamos siendo expuestos, además del delito de contaminación atmosférica que se está perpetrando, ¿los Estados no reaccionan ante el temor de iniciar una crisis sistémica en la industria automovilística que ponga en riesgo cientos de miles de puestos de trabajo, o es que se prestan a estar sometidos por bandas criminales?