Partamos de una obviedad; no puede haber autonomía política para los valencianos, sin autonomía financiera de su Generalitat. La Generalitat es el Estado entre los valencianos, el conjunto de nuestras instituciones de nuestro gobierno, el de todos, el de esta nacionalidad histórica que es la Comunitat Valenciana.

Los valencianos somos Estado, no un acceso molesto de pus que le ha salido en salva sea la parte a la Administración central del Estado. Las autonomías son Estado, no partes a la contra del Estado, sino mimbres sin los cuales el Estado constitucional deja de tener sentido y estructura. Quizá si desde Madrid se viese así de una vez „y mira que es complicado cuando uno está en Madrid que alguien entienda o quiera hacerlo de qué hablas„ las cosas irían un poco más razonablemente bien en nuestras finanzas públicas.

Que los valencianos seamos Estado quiere decir que se nos debe el respeto que el Estado se tiene a si mismo, que no se nos puede maltratar fiancieramente haciéndonos dependientes del voluntarismo ministerial del turno, el que sea el turno, concediéndonos préstamos (FLA) con los cuales ir tirando cuando al ministro de Hacienda del mencionado turno le pasa por donde salva sea la parte que le pasa, que a nadie se le oculta a estas alturas cuál es.

Las comunidades autónomas en España son las encargadas de gestionar los pilares básicos del Estado del Bienestar, del Estado social de derecho que queda consagrado en el preámbulo de nuestra Constitución y en nuestro Estatuto de Autonomía. Es decir, la Generalitat gestiona de modo directo la educación, la sanidad y el conjunto de toda la política social, amén de gran parte de la justicia y de la vivienda. Sin la correspondencia justa del Ministerio de Justicia, por ejemplo, no se pueden modernizar los juzgados en nuestra comunidad enteramente solos. Ya puede la consellera Bravo hacer lo que quiera y la oposición decir lo que le venga en gana, es imposible.

La situación es grave. Está en juego la existencia de la propia Generalitat y, por lo tanto, de nuestra autonomía política. Y este es el problema: la profunda miopía histórica que ha hecho posible a muchos confundir, porque desean hacerlo y porque pueden hacerlo, descentralización administrativa con autonomía política. Y no, la descentralización administrativa ha sido necesaria en nuestro proceso hacia la democracia constitucional, sí, pero como pasos previo y consustancial al reconocimiento de la plena autonomía política en este caso de los valencianos, que bastantes problemas tuvimos en la preautonomía para acceder a una autonomía de primera que costó años ir construyendo.

Así pues, la infrafinanciación objetiva que padece nuestra Generalitat la padecemos y sufrimos todos los valencianos, no solamente el gobierno ni la oposición, todos. Y afirmo: es anticonstitucional. Precisamente por lo afirmado anteriormente referente a que todos los pilares del Estado del Bienestar son sostenidos por la Generalitat. Y éstos afectan a derechos fundamentales: el derecho a la educación, el derecho a la sanidad y el derecho a la protección social. Por eso, un modelo de financiación claramente lesivo para los valencianos no sólo nos sitúa en inferioridad de condiciones para competir con el resto de administraciones autonómicas del Estado, sino en una franca anomalía constitucional.

Si a ello sumamos el maltrato histórico y permanente de la Administración central del Estado referente a nuestras infraestructuras „veáse el no corredor del Mediterráneo, vital para nuestro desarrollo económico y también, y hay que decirlo alto y claro, para nuestra vertebración territorial y autonómica„ la situación valenciana ya no es soportable y así hay que decirlo, firmarlo, exponerlo y constatarlo públicamente.

Los valencianos, desde Vinaròs hasta Pilar de la Horadada, somos un pueblo, tenemos una historia común y hemos de conseguir de una vez entre todos, absolutamente entre todos nosotros, ser valencianos y pensar y sentir como valencianos. Porque si no somos capaces de organizar y hacer nuestra política, la harán, unos y otros, contra nosotros.