Mi amigo Félix no quiere ni un solo sobre con publicidad de papeletas electorales en su buzón, como él muchísimos no deseamos que se malgaste dinero y papel. La nueva cita electoral está produciendo un mayor distanciamiento entre la ciudadanía y el poder político y esto es peligrosísimo. Si la abstención aumenta se beneficiarán los de siempre. Sería deseable que en caso de que hubiera algún debate político en televisión se hable de ideas, se expongan razones y se trate con amabilidad y corrección al adversario. De lo contrario, que no nos torturen televisivamente. A mi amigo Félix estoy seguro que tampoco le gustó la mala educación con la que se trataron Rajoy y Sánchez en el cara a cara que mantuvieron el pasado 14 de diciembre.

Condenados como estamos los españoles a la repetición de elecciones, realmente sería una gran noticia para nuestro país que los representantes de los cuatro partidos mayoritarios tuvieran la dignidad de no presentarse a estos comicios. En diciembre, los españoles votamos y manifestamos claramente que deseábamos pactos y acuerdos y no mayorías absolutas. La lógica nos decía que había dos soluciones legítimas y sensatas: un pacto de izquierdas o una gran coalición tipo europeo como en Alemania, Austria, Holanda, Italia, República Checa, Estonia, Grecia, Irlanda, Letonia, Lituania y Suecia. Los cuatro grandes candidatos son los responsables de que no se haya llevado a cabo ninguna solución. ¿Por qué? Por intereses partidistas; por tanto, estos cuatro señores no nos sirven como posibles gobernantes. Solamente en salarios se han malgastado 30 millones de euros en la fallida legislatura. ¿Acaso nos van a indemnizar? Con ese dinero imaginen las necesidades en sanidad o educación que se pueden afrontar.

Los políticos tienen la obligación de llegar a pactos y acuerdos por el bien de la mayoría. Así se construye el futuro de las naciones. ¿Acaso los pactos de la Moncloa, despreciados por algunos jovenzuelos, no significaron la transformación de España? ¿Acaso no cedieron unos y otros en la elaboración de la Constitución de 1978? ¿Tan mala memoria tenemos o tan poca historia hemos estudiado? ¿No fue una suerte contar con un presidente como Suárez, capaz de pactar con unos y otros enfrentándose a los poderes fácticos, sabiendo que ello beneficiaría a España aunque le pasaría factura a él? Por lo que leo, oigo y veo algunos de nuestros políticos se creen en posesión de la verdad. Nada más sencillo que decirles: «tu verdad no me sirve, vente conmigo y ayúdame a encontrarla».

¿Alguien se cree que líderes incapaces de velar por los intereses generales de España van a ponerse de acuerdo en reformar y mejorar la Constitución, o de pactar como sería lógico una ley educativa que no se tambalee dependiendo de quien gobierne? La solución no es dejar de votar. Promocionemos a políticos educados y honrados, la mala calidad intelectual de nuestros gobernantes afecta a nuestra propia calidad de vida. Desterremos la política de improperios, descalificaciones, exabruptos y tremendismo. Fomentar el odio al oponente ideológico es fomentar un país de mentecatos. ¿Tendrá razón Arturo Pérez Reverte cuando nos dice que somos un país de imbéciles, gobernados desde hace siglos por mediocres, analfabetos y acomplejados? Quiero pensar que no, aunque la realidad diaria me hace dudar.