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Martí

Alergia a los museos

Para mayor ofrenda del gusto por lo efímero, el museo fallero obtiene su reconocimiento el mismo día que el icono de la paella consigue la autorización para entrar en nuestros móviles. Tal explosión de jolgorio coincidió con el Día Internacional de los Museos, una oportunidad para visualizar si existían ideas distintas entre los gestores actuales. Ocasión perdida. Se limitaron a cumplir el expediente a rajatabla, salvo dos excepciones. Mientras en la Diputación, otrora crisol de vanguardia, sus centros se desmarcaron del mundo con un inexplicable logotipo propio, en una otra pirueta sin tirabuzón del diputado Xavier Rius; el Consorcio ha sido el único capaz de entender los nuevos tiempos, y José Luis Pérez Pont ha organizado una fiesta moderna en el Centre del Carme para todo el fin de semana.

Se nota que el responsable de los museos de la Generalitat llega con aires renovados, quizás porque es el único que antes de entrar en la administración elaboró un discurso coherente desde el Consejo de Críticos, o sea desde la calle. Esperemos que no se desanime en el intento, porque el problema estriba en la dependencia jerárquica de Pérez Pont en una secretaria autonómica de Cultura, regentada por el alto cargo más anti Botànic, pues gobernó su ayuntamiento con el PP y nunca ha escondido su animadversión hacia los socialistas. Solo hay que preguntar en Almussafes. La promoción de Albert Girona fue una sorpresa incluso entre los suyos. Y a la vista de la nula imaginación museística, no es de extrañar que se esconda la primera reunión de todos los responsables de centros públicos de arte del ámbito valenciano, celebrada hace unos días. ¡Ay, la transparencia!

Si aquel plan estratégico que avaló el conseller Marzà nos tiene que sacar de la pobreza cultural, necesita una urgente revisión. De momento solo ha habido reparto de cargos y homenajes varios a los damnificados por el régimen anterior. Una visión desenfocada que está dejando vacíos absurdos, como el Palau de les Arts. Un coliseo consolidado como potente turismo cultural, y que una visión simplista impide su promoción como merece. De momento, solo Gabriela Bravo se ha dejado ver en la ópera, confirmando que es la consellera más global del actual gobierno.

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