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No un domingo cualquiera

Hoy será otra cosa, seguro, porque no podemos bañarnos dos veces en el mismo río desde Heráclito y porque, televisivamente hablando, el pasado no fue un domingo cualquiera. Hace hoy siete días despedíamos la temporada de Salvados y a las aspirantes a novicias de Quiero ser monja, acababa la Liga y Ana Pastor rememoraba en la Puerta del Sol el quinto aniversario del 15-m con más gritos que aplausos.

La indignación esta vez también iba con ella y su plató, demasiado protagonista, ocupando la plaza. Era el lugar pero no fue la mejor manera para contarlo: los abucheos no dejaban ni siquiera escuchar a los entrevistados. Los hallazgos curiosos en el zapeo se prolongaron hasta la madrugada, cuando Iker Jiménez mostraba a los autómatas del ventrílocuo Francisco Sanz en el Museu de Titelles d'Albaida. Un siglo después, los muñecos merecen un reportaje con esa estética inquietante antecesora de Chucky, El muñeco diabólico.

Hoy hay fútbol en abierto, rara avis derivada de aquel interés general jeroglífico. Final de la Copa del Rey en Telecinco: se enfrentan Barcelona y Sevilla, fútbol y banderas, Gobierno y estelades. Hace una semana se cerró la Liga, se concretó el descenso de Getafe y Rayo a Segunda mientras el Barça celebraba el título. En los informativos nocturnos se habló de eso, pero menos de lo que cabía esperar. Era preciso ya hacerle hueco a los preparativos de la final de la Champions, que estaba lejísimos pero con el Real Madrid en cartel. En las redacciones deportivas capitalinas manda el corazón blanco. Los sevillistas lo habrán notado con la cobertura discreta de su final de Europa League. El interés general va por equipos.

Seguimos de precampaña eterna a la espera de la repetición electoral y en la nueva cita con las urnas faltará el Salvados de Jordi Évole, que cerró temporada hablando de política con un protagonista algo insólito. Un monográfico con el actor José Sacristán no era previsible pero, como siempre, resultó interesante. ¿Lo será la repetición de la campaña? Puede que los partidos tampoco sean más austeros en apariciones televisivas.

De momento en lo poco que se han puesto de acuerdo los cuatro principales candidatos es en compartir Dos días y una noche con Susanna Griso. Pero de uno en uno. La vocación periodística exige innovar y buscarles a los políticos algún lado humano que aún no hayamos visto. Confieso que en esto he perdido la fe, al contrario que las cinco chicas que se plantearon Quiero ser monja en Cuatro. Dos de ellas han dicho que sí y han iniciado el noviciado en pantalla. Diga lo que diga el índice de audiencia, el número es espectacular.

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