La institución ferial valenciana ha sido víctima del desgobierno en sus órganos rectores y por parte de las administraciones públicas. Controladas éstas „Generalitat y Ayuntamiento de Valencia„ por el Partido Popular durante cuatro lustros. Con posición mayoritaria en el Patronato, tenían la obligación de «realizar todo lo necesario para el mejor desarrollo y gobierno de la institución». No se ha cumplido ninguno de los requisitos ante la indiferencia de los agentes empresariales y de la sociedad.

Es urgente conseguir la revitalización de la actividad ferial en un recinto sobredimensionado. Que se celebren ferias, que se programen eventos, que se ocupen espacios y que la vida ferial, que tan importante fue para la economía valenciana y para la ciudad, vuelva a retomar el pulso. Si el enfermo revive y es capaz de compensar ingresos y gastos, vamos por buen camino. El proyecto esbozado de separar gestión privada del patrimonio público puede funcionar. Es el último cartucho para que la Feria tenga futuro. La iniciativa privada ha fracasado. La parte pública tampoco domina estos menesteres.

Podemos imaginar lo que sentirían y sienten ahora las personas que lideraron el proyecto ferial valenciano a finales del siglo XX: José Antonio Noguera de Roig, Ramón Cerdá, Antonio Baixauli „en el preludio de la decadencia„, José Domingo Ibáñez „creador de Iberflora e impulsor de Iberfruit„ y tantos otros que se creyeron el proyecto ferial. No es cierto que el Patronato de Feria Valencia, en su última reunión del 10 de mayo, haya aprobado su autodisolución, que no figuraba en el orden del día. El Patronato conoció por parte de Manuel Illueca, director del Instituto Valenciano de Finanzas, el plan previsto para replantear la naturaleza, la reglamentación, los órganos de gobierno y la forma de operar que puede ponerse en práctica para reflotar la institución.

Feria Valencia se dispone a celebrar su centenario en 2017. La primera y más antigua institución ferial de España. Feria Valencia, cuando se concebía como caja de resonancia de la economía valenciana, pisaba fuerte en España y en el mundo. No hace tanto tiempo de eso. Tan solo treinta o cuarenta años, cuando los empresarios y las instituciones valencianas se comportaban conjuntamente con dignidad y eficiencia. No es verdad que la institución ferial vuelva a ser privada, porque nunca lo fue. Nació impulsada por iniciativa de empresarios y comerciantes (Unión Gremial), comprendidos y arropados por los poderes públicos. Así se consiguió ininterrumpidamente a lo largo de más de setenta años, con el paréntesis de la guerra civil de 1936-39.

A la Feria de Muestras de Valencia, heredera de Feria Muestrario Internacional, le sentó muy bien la democracia y en 1985 se redactaron los actuales estatutos. El presidente de la Cámara de Comercio dejó de serlo de la feria. Antes se compartían ambos cargos, como síntoma de unidad. La Cámara no puede desentenderse del futuro de la Feria. Ni pensarlo. Feria Valencia (Ramón Cerdá) junto con la Cámara de Comercio (Enrique Silla), la Confederación Empresarial (Vicente Iborra) y Bancaja-Banco de Valencia (José María Simó) constituyeron las entidades económico-empresariales que eran los pilares que sostenían y representaban el sistema productivo valenciano.

En 2016, Feria Valencia está en situación crítica y de agonía financiera. El proceso de deterioro se inició cuando esta institución, como el resto de entidades económico-empresariales, fue anulada por la politización del PP. En paralelo, la política de nombramientos fue tan nefasta como clientelar. Presidente, directores generales y personajillos sin relevancia, que no superarían ninguna reválida empresarial. De ahí su decadencia ante la desidia de quienes deberían haberse rebelado por el deterioro para la economía y la autoestima de los valencianos.

Feria Valencia tiene una deuda desmedida para su capacidad de negocio. Se ha llegado a esta crisis con la connivencia de la Generalitat gobernada por el PP. El Patronato actual sigue siéndolo a todos los efectos, aunque acongojado por la realidad que supera toda previsión. Es ineludible que en Feria Valencia se cambie la actitud críptica y que se establezcan responsabilidades. Los culpables tienen nombres y apellidos. Que se sepa y que no tengamos que esperar a que la Justicia, que ya está en acción, dé su veredicto. Tenemos prisa por que se conozca adónde han ido los centenares de millones de euros y quién los malversó. No se puede soslayar ese ejercicio de expiación colectiva que aproxima a la equidad y protege para que estos atropellos no sucedan nunca más.