Sé que los jóvenes no sabemos nada de la vida porque somos unos vagos y la educación ahora es terrible, no como antes, que pegaban a los niños con la regla y así aprendían de verdad. Sin embargo, creo que eso que dijo el presidente de la CEOE, Juan Rosell, sobre que «el trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX» no es del todo cierto. Vamos, a no ser que trabajar 12 horas al día por medio chelín en la fábrica de clavos del señor Chesterton sin poder ponerte enfermo, tener paro o descansar para almorzar sea ahora nuestro referente de empleo estable y privilegiado. Voy a tener que volver a leerme a las Brontë, que no recuerdo qué opinan sobre los derechos sindicales de las institutrices victorianas.

A ver, Señor Rosell, usted lo que quería explicarnos es que tenemos que aceptar ser cada vez más pobres y precarios, pero como dicho así en crudo queda feo, se empeñó en hacer piruetas retóricas y se lió. ¡Pues no, hombre, cuéntenoslo sin rodeos, que ya hay confianza! Créame, le encantaría estar en el contexto laboral decimonónico, se lo iba a pasar como un chiquillo despidiendo a gente sin pagar indemnizaciones.

El presidente de la patronal, además, comentó que en el futuro habrá que ganarse el puesto «todos los días», no como ahora, que echas una firmita al contrato y ya jauja, no te vuelven a ver el pelo en la oficina nunca más. Y todo esto lo expuso en un acto sobre digitalización, pues, al parecer, que las empresas españolas estén atrasadas tecnológicamente es culpa del trabajo estable. ¡Malditos asalariados frenando la revolución digital con sus nóminas y sus bajas por maternidad! Que el modelo de empleo tradicional está agotado lo sabemos, pero podríamos buscar alternativas dignas que no impliquen necesariamente miseria o incertidumbre.

Por cierto, hace unos días también comentó que España necesita reformas «de las que duelen pero curan». Vamos, que no nos han dado suficiente caña. Percibo una alarmante falta de creatividad a la hora de proponer soluciones para reactivar la economía: todas sus medidas se basan en hacernos la vida un poco peor. Cualquier día tiene un ataque de inspiración y nos presenta el modelo de campos de algodón de Mississippi con mano de obra esclava como la quintaesencia de la productividad. De todas formas, Rosell cobra unos de 200.000 euros anuales por sus labores de consejero en Gas Natural, quizás para sus parámetros eso no es un trabajo fijo y estable y estamos aquí juzgando sin saber. A veces pienso que esos directivos de brillantes ocurrencias han hecho una apuesta para ver quién es capaz de soltar la ofensa más bestia sin sonrojarse. El que gane invita a unos vinos.

En cualquier caso, como admiradora de las enaguas y las tacitas de porcelana, yo voto por recuperar otros conceptos decimonónicos: comer pastel de ruibarbo, el fonógrafo, tocar el pianoforte en veladas deliciosas, llevar polisón, morir de escarlatina o tuberculosis€ Además, ante un agravio siempre tenías el recurso de un duelo a pistola al amanecer. ¿Se te cuelan en el supermercado? Duelo al amanecer. ¿Te dijo que te llamaría y desapareció para siempre? Duelo al amanecer. ¡El siglo XIX es genial! Y si encima resulta que según Rosell hasta había trabajo estable, creo que se impone un viaje en el tiempo.