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El reto venezolano a Podemos

Sea cual sea su respuesta, la invitación lanzada a Podemos por el parlamento venezolano, a fin de conocer las aportaciones dinerarias del chavismo a Pablo Iglesias y sus colaboradores, tendrá valor de test. Cada vez que en España les piden hablar de ello, las explicaciones negativas no convencen, entre otros motivos porque rehusan la crítica explícita del régimen bolivariano en su deriva totalitaria, con presos políticos y medidas represivas en los antípodas de la democracia. La quiebra económica del país, que ya tiene visos de crisis humanitaria, y las amenazas golpistas contra al referéndum revocatorio, describen a un Nicolás Maduro desquiciado y peligroso. ¿Qué impide reconocerlo a los herederos del 15M?

Si no responden en positivo al llamamiento de una cámara democráticamente elegida y constituida, a la que el presidente desprestigiado en todo el mundo enfrenta una dialéctica insostenible, ganarán base las sospechas no solo de gratitud por favores recibidos, sino de aprobación del presidencialismo despótico que tan culpablemente ha frustrado el ideal de la libertad en las llamadas repúblicas bananeras. El plácet a semejante esperpento llenará de razones a quienes recelan de una involución radical si Podemos llega a gobernarnos.

La mayoría venezolana es hoy la que refleja su parlamento, que ha roto las bazas legitimadoras ganadas antaño por el chavismo. Y si la respuesta podemita a la invitación parlamentaria es positiva, tal vez consiga ratificar sus desmentidos sobre subvenciones y encargos, además de conocer y valorar sobre el terreno el marasmo que sufre la población de Venezuela, la realidad de los presos de opinión y la dramática ausencia de cualesquiera salidas de supervivencia en libertad.

No es fácil comprender las evasivas de Pablo Iglesias y su equipo cuando se les pide una definición, una postura clara sobre la crisis venezolana. Su ambigüedad en la defensa del derecho a decidir en España se duplica en la defensa del estrago en aquella república. Lo que sufre es la esperanza que ha encendido en buena parte de la sociedad española la llegada de un partido nuevo y distinto, no radical en principio y defensor de un progresismo inconfundiblemente democrático.

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