Muy Honorable vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra: no esperaba que su nombramiento fuera una buena noticia para la lucha de las mujeres, pero al menos hubiera esperado que no lo estorbara. Por eso mi absoluta decepción al verla apoyando la custodia compartida forzosa. Me dicen que tiene razones, un caso próximo, y aunque parezca mentira tenemos algo en común, en mi entorno hay un problema similar. Sin embargo, mi experiencia no me ha hecho dejar a un lado la realidad. Bien al contrario, he procurado buscar información para saber las circunstancias que rodean el tema: por ejemplo, que solo el 20 % de los padres la pide, y que de estos, el 90% que no están incursos en procesos de violencia de género, lo han obtenido por acuerdo mutuo. Sí, hay un 10 % en que no se alcanzan acuerdos, pero que su familiar y el mío se encuentren en esa circunstancia no es razón para que paguen sus consecuencias muchas otras mujeres y menos sus hijos e hijas.

Porque detrás de la mayoría de las custodias compartidas forzosas están maltratadores que la utilizan para llegar a la madre y seguir torturándola, aterrorizándola y evitando que construya una vida con normalidad y tener su propio futuro, pero sobre todo dárselo a los menores. Porque para entender qué hay tras la custodia compartida forzosa no hay más que entrar en toda una ristra de blogs y webs misóginas, donde el insulto y menosprecio hacia «las madres de sus hijos» atraviesan cada texto y el supuesto amor paternal rezuma revanchismo. Porque durante el año 2015 hubo siete muertes, en su mayoría niñas, a las que su padre no ha tenido reparo en maltratar y asesinar tras conseguir su custodia en los juzgados, alegando un amor infinito y la histeria y mala fe de la madre, que quería arrebatarle a sus hijos. Y la pregunta es: ¿Cuántos casos más hay que, por no llegar al asesinato, no transcienden?

Finalmente, honorable vicepresidenta, no clausuró el Congreso Internacional Custodia Compartida en Alicante, gracias a la movilización de organizaciones de mujeres, pero un vistazo a las webs y blogs de sus defensores demuestra que el mal está hecho, les ha dado argumentos para victimizarse, tachar de «feminazis» a las mujeres movilizadas, y tener coartadas para seguir maltratando a sus parejas e hijos. Posturas patriarcales como la suya generan el estado de opinión causante de que los juzgados de este país estén llenos de denuncias por malos tratos a menores archivadas, denuncias que solo conocemos cuando el grado de violencia llega a los titulares de los periódicos o, mujeres valientes como Susana Guerrero dan un paso adelante y se niegan a cumplir una normativa machista y retrógrada que mira más por mantener el statu quo androcentrista que proteger a las menores.

Le recuerdo, honorable vicepresidenta, que quien impulsó tan singular figura fue un ministro miembro del Opus Dei. Que quien blande la bandera del progresismo en la Comunitat Valenciana sea una de sus mayores defensoras no la coloca en muy buena posición.