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Un plan de acogida con mayor sentido

Animados por Alemania, los países de la Unión Europea se comprometieron a acoger a 160.000 refugiados, pero está visto que el plan funciona sólo a cuentagotas y no como estaba previsto debido al rechazo por muchos de ellos de las cuotas atribuidas. Éstas se fijaron en principio en función de la riqueza y de las cifras del paro de cada socio de la UE, pero varios países del Este argumentaron que ellos no habían causado el problema mientras que otros, en un principio más acogedores como Austria, cambiaron rápidamente de posición en vista del rechazo popular.

Sin embargo, al mismo tiempo ciudades grandes o pequeñas de distintos países, incluso de los que se han mostrado su oposición a las cuotas, parecen dispuestas a recibir a determinados contingentes de solicitantes de asilo. De ahí el interés de un plan como el propuesto por la ex ministra portuguesa de Asuntos Exteriores y actual eurodiputada Maria Joao Rodrigues y la socialdemócrata y ex candidata a la presidencia alemana Gesine Schwan, que dejaría la acogida de refugiados exclusivamente en manos de los gobiernos municipales.

La idea es que los ayuntamientos dispuestos a recibir a sirios, afganos u otras personas huidas de sus países manifestasen su intención a la Comisión Europea, que se encargaría entonces de aportar el dinero necesario para su alojamiento y gradual integración. Es decir que no sería ya el Estado central o el gobierno autonómico quien lo financiase directamente, sino que se constituiría con las aportaciones de los Estados un fondo europeo dedicado a ese fin y que la Comisión se encargaría de supervisar para evitar abusos. Lo que ocurre ahora, por ejemplo, en Alemania es que muchas veces se coloca a los municipios ante hechos consumados: es decir que el gobierno de un determinado land les envía a veces casi sin previo aviso a un grupo de refugiados, a los que hay que alojar como sea.

Según el nuevo plan, no habría nada improvisado, sino que serían los municipios los que expresasen su disposición a acoger, según sus posibilidades, a un determinado número de individuos o familias. De esa forma se pondría en práctica el conocido principio de subsidariedad, que significa que la mejor forma de resolver un asunto es si en él se implican directamente las personas o la autoridad más próximas al mismo: es decir, en este caso el Ayuntamiento y sus vecinos, que son quienes mejor conocen sus posibilidades y dificultades.

El problema en cualquier caso es que, como señala el semanario Die Zeit, hay ciudades dispuestas a acoger a un número importante de refugiados porque su presencia ayudaría a corregir la pirámide de edad, pero donde ésos, sobre todo si son jóvenes, no parecen demasiado dispuestos a vivir. El plan tiene carácter voluntario: los refugiados podrían elegir en principio la ciudad donde establecerse, pero en el caso de lugares con gran demanda tendrían aquéllos que aceptar incorporarse a una lista de espera.

Para que el plan tenga éxito, los refugiados deberán comprometerse a vivir en la ciudad de acogida al menos durante un determinado período de tiempo sin que se les ofrezca la posibilidad de cambiar de domicilio cuando quieran. Y naturalmente todo ello depende también de que los Estados lo acepten porque de ellos dependerá la provisión del fondo común europeo con el que financiarlo.

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