La Plaza de la Virgen de Valencia, que tantas protestas ha albergado, se abarrotaba con una que rondaba entre el mitin electoral y un clamor educativo al grito de libertad. Clamar por la libre enseñanza y pedirle a Educación que no ataque los centros concertados en una protesta multitudinaria „40.000 personas, según la organización„ es una manifestación muy desconcertada. Primero, porque se confundió el lugar y los motivos, el lema y hasta el interlocutor. Si en lugar de ir allí, se van a los juzgados a pedir justicia y a que los excargos públicos, hoy empapelados, devuelvan lo que jueces y fiscales presumen que falta de las arcas públicas valencianas, otro gallo nos cantaba a todos. Sólo hay que mirar las fianzas por la visita del papa para quedarse tiritando.

Todo el escándalo parte porque el arreglo escolar para el próximo curso, en función a las necesidades de los municipios, ha cambiado la tendencia. Y eso es inaceptable. Entre el 2012-2013 y el 2014-2015, con crisis, recortes y subidas de ratios, se perdieron 606 unidades en centros públicos y se crearon 78 en los concertados. Pero eso es libertad.

Todos pagamos impuestos. Uno de los argumentos indiscutibles que repetían incansables los manifestados. Y todos tenemos derecho a escoger educación, sanidad y hasta la televisión por satélite, ya puestos. Pero discrepo con las explicaciones esgrimidas. Pagamos impuestos, sí, pero los pagamos para tener acceso a una educación pública. Del mismo modo que pagamos para que cuando uno va a un hospital tenga la tranquilidad de que le atienden y no le pasen la factura al terminar. Una educación pública garantiza los mismos recursos a todos. Y da el mejor futuro a todos los niños, se la puedan pagar o no, que para eso se gestiona el dinero de los impuestos. cuando falta. Y toda familia que no quiera ese modelo y lo pueda pagar, ahí tiene la privada.

Ahora que vienen elecciones yo propongo una manifestación cada tarde. Motivos nos sobran. Se puede reclamar lo que le falta al Consell y que están investigando los jueces. Que es mucho. Y pagado de los impuestos de todos. Y de paso, que se pida que se financie a la Comunitat con justicia desde Madrid, esa que le falta desde hace mil años y nunca llega. Y también, sí, que el conseller Marzà se asegure de invertir el dinero que tenga en una educación digna, laica y pública. Para todos igual. Cumpliendo la ley. Para los que puedan pagarla y los que no. Especialmente para los que no. Pero, sobre todo, porque lo que no se puede permitir es que el dinero público vaya a escuelas privadas, de cualquier concierto, mientras en las públicas están los críos en barracones o se queden sin ir a la universidad por falta de becas.