Bastó que los colegios concertados se manifestaran, con más derecho que razón, en la plaza de la Mare de Déu, para que el señor Rajoy volase al instante hasta Alfafar, donde nada se le ha perdido (o se le han perdido menos votos que en otras partes). Había olido sangre, es decir la posibilidad de presentar al conseller Vicent Marzà como comecuras amigo de etarras, una muestra de la fina herramienta de análisis con la que el PP distingue a los suyos de los otros. El tal Marzà ha establecido un programa de crecimiento de los centros públicos y de reducción de las aulas de los concertados, lo que es congruente con el programa electoral de Compromís. Don Mariano igual cree que los programas son mera publicidad, como las campañas de Hacienda somos todos.
No hay Estado moderno sin conflicto con las religiones. Si no se detecta alguna fricción es porque todo „y todo, es todo„ ha sido absorbido por el ansia abarcadora de la verdad revelada. Sin embargo, creo que para la república, es mejor una actitud de pontífice romano que de jacobino francés. La república puede reservar espacios y hasta presupuestos, para el estudio y práctica de las religiones, no hay nada malo en ello, pero no puede mandar una compañía armada a flanquear la hostia o al ayuntamiento en pleno a entonar el Te Deum en la Catedral. Cada cual en su casa y Dios en la de todos, como suele decirse.
Nuestro Estado y nuestra Iglesia (ya saben cuál) es la única pareja a la que no le ha llegado el derecho al divorcio, que otros obtuvieron hace doscientos años. Ya va siendo hora. Mi hermano, que es maestro jubilado, dice que, pública o privada, la escuela sólo podrá cumplir su papel si se destina a los mejores como maestros y si la familia ayuda y crecen los medios. Medios hubo, pero se convirtió a la empresa pública de construcción de centros escolares en un burdel de prácticas mafiosas y se mantuvieron más de la mitad de los barracones concebidos como «solución provisional». Y no sólo en la Comunitat Valenciana. Para que ahora vengan con el estandarte de María Inmaculada.
