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De comisión en comisión

Las vidas parlamentaria y municipal también en España son un reality show. Antes teníamos solamente algunos programas de Canal 9 „como Tómbola„ o de Tele 5. Ahora, los políticos, diputados y concejales, han encontrado el modo de repasar la moviola con las comisiones de investigación. No sabe uno si mirar la comisión en la Asamblea de Madrid (han aparecido Esperanza Aguirre y por teleconferencia Francisco Granados) o la del Parlamento andaluz, donde en una conjunción de estrellas fatídica declararon el pasado lunes Chávez y Griñán, tanto montan montan tanto, por obra y gracia del apoyo exigente de Ciudadanos a la presidenta Susana Díaz que declaró el martes en el asunto ese de las cursos de formación. En el cargo va la penitencia.

En las Corts hemos visto a Cotino, nada menos, y luego a Camps, que no es para menos. Y en otro lunes fatídico a Lola Johnson, ex triconsellera, al ínclito Pedro García, ex director general de RTVV y ex jefe de campaña de Zaplana „investigado en el asunto de la visita del papa junto a Cotino y los de la Gürtel„ y a Luis Motes, en el momento del accidente del metro jefe de informativos. La cosa se ha hecho esperar, pero le oímos pedir excusas, parciales, pero alguno se llamó a andana (el periodista que más mandaba no sabía cómo se confeccionaba una escaleta, el otro dice que no recibía instrucciones políticas de uso). Sus señorías no fueron a hacer sangre, hay un ten con ten en este tipo de comisiones, que buscan esclarecer hechos o causas, para que no se repitan.

Primero fue el largo proceso de los EREs en Andalucía, ahora sigue con los cursos de formación, ese vivero en el que política y empresa se solapan. Aquí hubo un escándalo en la época, cuando uno de los responsables se tuvo que ir a República Dominicana para no responder y el de la patronal le echaba toda la culpa a él. Como han fallecido no les nombro. En esto fuimos pioneros, como en casi todo.

Los jerifaltes políticos reconocen que pudo haber irregularidades pero que nada era ilegal. Se deriva la responsabilidad política y de hecho han pagado, ya no están aforados, cosa que no sucede con Rita Barberá. Los presuntos técnicos suelen escabullirse diciendo que no dependía de ellos, que no decidían, creando humo. O sosteniendo una práctica que ya antes había sido puesta en tela de juicio por el comité de redacción con diversas denuncias recurrentes. Son los responsables de una etapa nefasta, sin estética ni ética, todo maquillaje. Y con unos costes que dejan tras de sí las deudas milmillonarias de Canal 9 o de la F1. Nos agobia el peso de tanta infamia. Vivían por encima de nuestras posibilidades y pasaban de todo.

Es uno de los frutos de la mayor transparencia actual en la vida política, de una urgencia y exigencia de la ciudadanía. Se reflejaba en los programas y se lleva a efecto, no siempre tan adecuadamente como en los casos reseñados. Es algo duro de roer, el precio es moral o político. Los temas legales van por otro conducto, más lento.

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