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El dilema Rivera

Ya saben lo que pienso de las encuestas, no me lo hagan repetir: todas mienten y la última la que más. Y esas encuestas, más los factores de corrección, como la fidelidad de voto y el capricho del cliente que la encarga, nos dicen que las convergencias en torno a Podemos (como mero referente, en este caso) superarán al PSOE, y que el PP seguirá siendo el partido más votado. No se fíen: sólo cuentan los votos expresados aunque Albert Rivera haya trazado un largo bucle venezolano para pedir votos en Chinchón.

Si Rivera quería advertirnos del peligro de deriva autoritaria de la izquierda en vez de señalar tanto los espantos de Nicolás Maduro y los populismos bolivarianos, hubiera podido fijarse, como contraste, en el esplendor uruguayo de José Mujica, que también es sudaca y rojo, no se ha llenado los bolsillos (tiene poco glamur) y ha modernizado su país, incluida la reforma de la administración y el comercio libre de marihuana. En cambio, y eso que soy periodista, no logro recordar qué artículos de la Constitución pretende reformar Ciudadanos, en qué sentido y en compañía de quiénes.

El peligro de una intoxicación ideológica que distorsione la percepción de las cosas (al gobierno del socialista François Hollande sólo se le ha ocurrido suplantar a Marine le Pen cada vez que ha tenido un problema) quizás tenga que ver con el hecho de que Tele 5 y Antena 3 digan lo mismo que TVE y las tres lo mismo que El País, que dice lo que quieren los fondos de inversión. Reconstruir las referencias socialdemócratas y socialcristianas que crearon los cimientos de Europa o empeñarse en mantener que los déficits los han generado los servicios a los ciudadanos y no, como sabemos, el apuntalamiento del sistema financiero que confundió las pompas inmobiliarias con sus pelotas y se las cortó con los derivados financieros y otros instrumentos incisivos. Y puede volver a ocurrir. El otro camino es inventar enemigos irreales: los que hablan otro idioma o tienen menos renta o huyen de su país en guerra. Se llama fascismo y ese sí es un problema. Por lo demás, le veo tan guapo como siempre, señor Rivera.

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