Treinta años después, nos queda un largo camino por andar, pues parece que no somos capaces de romperlo. La todavía persistente brecha salarial y la limitada presencia de mujeres directivas; la conciliación como asignatura pendiente y la escasa presencia de mujeres en la formación vinculada a las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) son asuntos que quiero abordar como cuestiones de estado en las que debemos trabajar con interés.

Según un informe recientemente elaborado por EADA e ICSA Grupo, en España la presencia de mujeres en puestos directivos ha pasado de representar el 19,5 % antes de la crisis a sólo un 11,8 % en los primeros meses de este año. Además, la remuneración se sitúa en el 17,1 % a favor de los hombres, que ganan de media 79.775 euros anuales frente a los 68.126 euros que ganan ellas.

La brecha salarial existe, la presencia minoritaria de mujeres en cargos directivos es un hecho y la conciliación es un asunto que avanza con una discreción y lentitud clamorosa pero el futuro es ciertamente aquello a lo que más empeño debemos dedicar en este asunto. He tenido la fortuna de conocer de primera mano la realidad de colegios, institutos y universidades, allí me he dado cuenta de la importancia de educar a los niños y las niñas en la equidad percibiendo cuestiones en las que existe una clara brecha de género.

Identifiqué que esos techos de cristal existen, que a pesar de que las mujeres son mayoría en las universidades españolas (54 %) sólo representan en torno al 25 % en carreras vinculadas con las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Que hay dos ingenieras por cada ocho ingenieros en España (en EE UU sólo hay un 14 % de mujeres ingenieras) y que los ciclos de Formación Profesional vinculados con los ramas técnicas tienen una minoría preocupante de estudiantes mujeres, lo que me llevó a convocar becas específicas para las estudiantes valientes que quisieran sobrepasar esos muros transparentes que se levantan cada día para una mujer.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reconoce una brecha de género en la educación, pues estas áreas de conocimiento vinculadas con la innovación y la tecnología son las tienen mayor futuro laboral. Las causas son múltiples: los estereotipos, las expectativas de los padres, la ausencia de referentes femeninos con visibilidad, la limitada percepción de utilidad social y la desconfianza suponen las principales barreras que hay que superar. ¿Puede construir nuestra sociedad un futuro próspero con estos datos? Desde mi punto de vista, no.

Una sociedad moderna no puede permitirse esta injusticia. Los Estados no deben mirar hacia otro lado, y tendrían que estar vigilantes para que estas situaciones sean cada vez más residuales. Necesitamos concienciar a toda la sociedad de que una mujer con estudios, formada y con experiencia es un valor añadido que una empresa no puede permitirse el lujo de perder. Necesitamos aportar visibilidad a las mujeres, identificar referentes y abrir un camino claro que posibilite la presencia de mujeres en los entornos de futuro, la innovación, la ciencia y la tecnología. Necesitamos erradicar la brecha salarial, tener más mujeres en puestos de responsabilidad y que estas situaciones, profundamente injustas, estén mal vistas y sean abordadas con preocupación. Hoy en día están consentidas por unos y por otros en un silencio que nos hace a todos cómplices.

En primer lugar, debemos abordar la igualdad de género como una cuestión trasversal a la enseñanza de nuestros hijos, reconociendo las iniciativas y proyectos educativos que impulsen la igualdad como eje de su proyecto educativo. Debemos promover el compromiso de las administraciones con la igualdad retributiva y garantizar el acceso a los altos cargos por criterios de mérito y capacidad e incentivar a las expresas que garanticen la presencia de mujeres en puestos directivos y que implanten sistemas retributivos en función de resultados.

Es necesario, por otro lado, fomentar la incorporación de mujeres a las enseñanzas técnicas, tanto de formación profesional como universitarias a través de becas específicas para las jóvenes que deseen emprender su formación en innovación, tecnología, ciencia, matemáticas, ingeniería, etcétera... Apostar por ellas, visibilizar su trabajo, transmitir el valor social de estas áreas de conocimiento, revalorizar los referentes femeninos.

Seamos justos y seamos inteligentes. No estamos tan sólo ante un tema de justicia social, la equidad de género es sobre todo y por encima de todo una cuestión de competitividad de todas nuestras empresas, de todos nuestros países. No dejemos pasar la oportunidad de cambiar las cosas.