La Comunidad Valenciana es la tercera autonomía con más riesgo de radicalización, superando incluso a Madrid, la ciudad española que más cerca ha sufrido el yihadismo con el 11-M. Lo asegura el último informe del centro de inteligencia contra el terrorismo. Unas cifras alarmantes para la seguridad nacional y muy rentable para aquellos que asocian Islam con terrorismo, especialmente en la Comunitat, donde se han escuchado soflamas en contra de las mezquitas o incluso se identifica refugiado con yihadista. Por eso, son tan necesarias estrategias realistas para combatir este doble fenómeno que se retroalimenta del auge del islamismo radical y de la islamofobia.

Se trata de una amenaza global y compleja, donde los estados europeos y especialmente los dirigentes de las grandes ciudades tienen un papel fundamental para frenar el caldo de cultivo de nuevos terroristas. Se han evaporado en las reuniones de la Comisión Europea del 2008 las políticas de integración que advierten de la importancia de disolver los guetos, la mayoría castigados por el paro y la marginalidad social en las que el fanatismo religioso encuentra su mejor aliado. Ahora el lugar de reclutamiento no es mayoritariamente la mezquita y aunque es cierto que se puede producir algún proceso de radicalización, es puntual, ya que ahora es más individual y en otros locales distintos al templo. Internet y las redes sociales son el actual foco de captación y proselitismo. De hecho, el reciente arresto del joven marroquí en Valencia es un ejemplo de individuo radicalizado que adoctrinaba e infunde odio a través de las redes sociales.

El perfil del yihadista español, a diferencia del francés o británico, es mayoritariamente de origen magrebí, joven varón entre 20 y 30 años, de bajo nivel cultural, sin relación previa con un grupo yihadista. El fichaje de mujeres suele ser mucho más inmediato y se identifica con el cambio de sus costumbres, especialmente su vestimenta. No obstante, el gran desafío de la clase política valenciana es la gestión no sólo de los 70.000 marroquíes que ya residen en el territorio, sino en la política de integración de las segundas y terceras generaciones de inmigrantes de otras religiones que desean vivir en la Comunitat.

La identificación de «zonas calientes de radicales» por parte de la inteligencia es necesaria para la prevención, pero no se trata de extender la sospecha porque sí. Tampoco son comprensibles las tibias medidas para el control de flujo de capitales, ya que el 28% de las células implicadas en atentados europeos se financia a través de actividades delictivas y los terroristas utilizan las organizaciones sin ánimo de lucro para canalizar fondos y obtener una importante fuente de crédito. Una trama financiera que se realiza a través de sistemas informales de transferencia.

Al mismo tiempo, en el plano diplomático queda mucho por hacer para consolidar la democracia y el respeto a la diferencia, que cada vez más choca con las ideologías basadas en la identidad y el origen cultural de los ciudadanos dentro de un mismo estado. Frente a lo que propagan los populistas, sólo a través de una verdadera integración europea y una mayor coordinación, es posible combatir el desafío yihadista.