«Dicen que consumes estimulantes?». La pregunta directa y sin rodeos de la presentadora SusannaGriso al candidato a Albert Rivera ha sido uno de los momentos «notables», que diría Rajoy, en la antesala de la actual campaña electoral. Durante la entrevista, celebrada en el asiento trasero de un vehículo en marcha (eso sí, con los cinturones abrochados), la presentadora interrogaba también al líder de Ciudadanos por otros asuntos íntimos, como su orientación sexual, como si la respuesta fuera determinante en una hipotética tarea de Gobierno. ¿Y por qué? Porque es lo que «se comenta» en las redes sociales, justificaba Griso.

Ese ha sido el estilo elegido por Antena 3 para sacar partido del drama de un país sin Gobierno y competir con el «26J Quiero gobernar» de Ana Rosa Quintana en Telecinco. Un espacio en el que varios niños formulan preguntas de adultos, previamente memorizadas, para poner en aprietos a los candidatos que visitan el plató. Ambos formatos utilizaban el efectismo de la pequeña pantallaen busca de mayor audiencia con una «versión de bolsillo» de los líderes políticos que ha entusiasmado tan poco como la campaña en la que ya estamos inmersos: poco más de un 10% de la tarta televisiva.

El plató es el último recurso de una clase política que se ve incapaz de trasladar sus mensajes al ciudadano, cansado, aburrido, hastiado por la crisis y la corrupción y, ahora para subir nota, la repetición de elecciones. Prueba de ello es la novedosa apuesta de La Sexta Columna de Iñaki López: varias familias sentadas en el salón de sus casas irrumpen en escena en un mosaico de pantallas led gigantes. Los escogidos, una variopinta muestra de la cabreada sociedad española, se presentan a la cita con el arco y las flechas ante el candidato en cuestión. ¿Le ha convencido la respuesta?, suele plantear el presentador a los participantes. «No solo me ha convencido, incluso me ha abrumado, pero aún estoy más seguro de que nada de lo que promete es cierto», parecen querer expresar las familias. Buenos actores, solo eso.

Lejos han quedado las campañas de polideportivos y plazas de toros, con el asfalto impregnado de pasquines. Eso quedó para el viejo bipartidismo. El nuevo mapa multicolor, tan atractivo como inviable hasta la fecha, ha convertido el «vota con ilusión» que propugnaba el partido de Rivera el pasado 20-D en el «vota con preocupación», ante la expectativa de un Gobierno sin presidente. Si el inminente 26-J fuera una especie de final de la Champions, da la sensación de que nadie podrá levantar la copa al final del partido. Acaso, cabe esperar una eterna prórroga y la lotería de los penaltis. Y en el último, Pedro Sánchez tendrá que decidir si lo lanza a la derecha o a la izquierda.