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"Feis tu feis"

No sabría decir cuál de los tres primeros programas de «Feis tu feis» me gustó menos. El de anoche ya no me animé a verlo en Cuatro pese a ser un fan casi incondicional de Joaquín Reyes desde los tiempos de «La hora chanante». Pero hasta aquí llegó la nieve. Lo suyo no es humor para todos los público ni tiene término medio: o te encanta o no lo puedes soportar. Siempre he militado en el primer grupo, el de los que sabemos de memoria un montón de frases de aquellas «Celebrities» gloriosas: una genialidad de Joaquín, el único capaz de imitar a cualquiera sin cambiar apenas la voz, con el mismo acento de Albacete, ya sea hombre o mujer, de Lavapiés o Wisconsin. Pero ahora esa brillantez se ha diluido en un programa de una hora que se hace larguísimo y no compensa por ningún lado.

El modelo original de las imitaciones chanantes se trasladó con éxito al plató de Wyoming. En «El intermedio» brillaba la misma idea original llevada a la política, con esos personajes llenos de posibilidades cómicas. Unos pocos minutos que me parecían, como mínimo, muy divertidos. Y en el caso de la doble de Esperanza Aguirre, absolutamente memorables. Pero el modelo no funciona ni con Jorge Javier Vázquez cuando se alarga hasta 60 minutos para detallar todo el proceso de transformación. Se hace eterna la espera de la entrevista final, con el humorista convertido en su modelo y sentado frente a él. Ese momento, el cara a cara, es el meollo de «Feis tu feis». Pero ahí tiene más protagonismo el personaje real que el de pega, con Pablo Iglesias o Paco León entrevistando a su otro yo y pilotando la conversación. Yo diría que, en este caso, más valdría cualquier guión conocido que entrevista por conocer.

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