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De incendios y bomberos

El acto más multitudinario de la campaña no lo ha organizado un partido. Lo ha provocado un cartel.

Por fortuna para todos los aterradores incendios de estos días no han servido como material ignífugo en la hoguera electoral, y eso que en otras épocas el fuego ha servido para atacar al adversario en un impúdico ejercicio de hipocresía y oportunismo. No ha saltado nadie a responsabilizar a la administración autonómica por su mala cabeza o la falta de medios, cosa a celebrar. Otras llamas han prendido esta semana en Valencia: las de la indignación de las conciencias. Por ejemplo, el clamor de los empresarios contra el gobierno de Rajoy por el maltrato portuario. Lleva camino el PP de crear, de verdad «el problema valenciano».

Multitudes. Más incendios. Paradójicamente el acto más multitudinario de esta recta final rumbo a las nuevas elecciones no ha sido un acontecimiento político. Los partidos valencianos han rehusado a convocar a su gente en la plaza de toros o en la Fonteta, por la fatiga de los materiales, por miedo. Pero quien ha llenado la plaza no han sido ni Rajoy y Bonig, ni Oltra e Iglesias, ni Puig y Sánchez ni Rivera. El mayor éxito ha sido para€ la Mare de Déu. Parece que los valencianos se movilicen en mayor medida por razones sociológicas que por cuestiones políticas. El auténtico latido de la sociedad desborda el ámbito del eslogan y el marketing electoral. La concentración de desagravio, la multitudinaria "reiniciación" del edificio Veles e Vents - otrora icono del régimen popular y hoy recuperado inteligentemente por el tripartito para su imaginario- o la misma manifestación del orgullo que tiene lugar esta tarde son síntomas de que la vida transcurre a pesar de nuestros representantes.

Cartel polémico. En la manifestación del orgullo gay en Valencia hoy habrá numerosos creyentes. Los homosexuales „como los divorciados„ están expulsados del templo pero muchos de ellos no lo interpretan así porque simplemente gestionan su espiritualidad a la carta, que es como se viven estas cosas. Muchos de los que hoy desfilan, seguramente, también se vieron ofendidos por el insultante cartel en el cual se mostraba el ósculo entre dos caricaturas que representaban a las dos referencias más populares para los católicos catalanes y valencianos.

Reacción política. ¿Cómo reaccionaron las instituciones a semejante manifestación de mal gusto? Especialmente interesante fue el juicio de Joan Ribó. En esta ocasión sí, el alcalde sintonizó con el sentido común de la mayoría de sus vecinos y administrados y desautorizó la macarrada. De un alcalde se espera que cultive la empatía con el prójimo y se parezca „en la medida de lo posible„ a su ciudadanía. Ribó condenó el citado montaje y fue „en este caso„ más audaz que el president Puig, que sorprendentemente no observó «mala intención» en una iniciativa destinada „claramente„ a provocar. El alcalde, sin embargo, actuó como tal, explorando consensos, apartando a quienes tensionan a la ciudadanía, protegiendo los referentes mayoritarios independientemente de su signo. Algo especialmente llamativo viniendo de un agnóstico.

Mala intención. El objeto del cartel no parece otro que ofender de forma gratuita los sentimientos más profundos de la gente que tiene fe y lo más curioso de este tipo de afrentas es que quienes suelen perpetrarlas son muy lanzados para buscarle las cosquillas a la Iglesia pero, curiosamente, no osarían hacer lo propio con otras confesiones que suelen emplearse con más vehemencia en la defensa de su iconografía o sus referentes. Yerran tanto los protagonistas de la agresión como quienes han mostrado tibieza en la condena de la misma que, no sólo se han quedado solos sino que además han conseguido catalizar a la feligresía y dar la oportunidad al cardenal Cañizares de lograr un gran éxito de autoreivindicación.

Nuevo paradigna. Los gobernantes actuales parecen corregir ciertas actitudes originales en un cambio de tercio destinado a ganarse el favor de las mayorías. Veremos si es estrategia o flor de un día. Otra prueba. El Veles e Vents es el icono de la época dorada de las legislaturas del PP. Quizás por ello el edificio de Chiperfield sufrió las inclemencias de la alternancia. Sus níveas terrazas o bien estaban condenadas a convertirse en estación término para los refugiados „hay soluciones mejores„, o bien condenadas a la incertidumbre y el deterioro. El Veles, como el resto de la Marina Real, parece revivir ahora gracias a un cambio en el paradigma bastante esperanzador. El nuevo e interesante proyecto turístico-cultural-gastronómico ha de servir para dinamizar el resto del espacio, generar riqueza y vida ciudadana. Parecen buenos ingredientes para empezar porque demostrarían el enterramiento definitivo de los prejuicios más rancios y acomplejados hacia los usos en la Marina.

«Ve hacia la luz...Pedro»

El día que la patronal valenciana clamaba por el ninguneo del Gobierno hacia las reivindicaciones en infraestructuras de la CV el telediario se hacía eco de «dos nuevas carreteras en Alicante y Castellón». Y todavía hay quien se extraña de que Compromís haya superado „según el CIS„ al PP en intención de voto en Valencia, algo inconcebible antaño. En cualquier caso la agenda valenciana desaparece de la campaña y sólo Mónica Oltra brilla con luz propia en el ´road movie´ electoral de Podemos.

Una duda: ¿cómo digiere Pedro Sánchez „que hoy cena en Valencia„ que Ximo Puig trate con guante blanco a su bestia negra Pablo Iglesias? «No soy yo€» susurraba Iglesias a Sánchez en el debate, como en una sicofonía, como la pequeña médium Tangina „Zelda Rubinstein„ en Poltergeist. «Ve hacia la luuuuz€» De momento Pedro sigue en su inframundo. Ni caso.

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