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Martí

Llenando plazas

Mientras los cuatro jinetes siguen en su carrera electoral, la realidad va en paralelo. La xenofobia más gamberra renace en la Eurocopa, cuando el único color que defienden esos futbolistas que pasan por héroes es el del dinero. Gran Bretaña, siempre tan pérfida, desprecia a los otrora aliados y su respetada democracia se contagia de extremismo con asesinato al pensamiento contrario. La austeridad fundió el criterio de los personajes públicos, como muestra la campaña más insolvente que recuerdo. La ambición nunca penaliza en política, pero sí, y mucho, la soberbia, el eclecticismo, la contradicción y el tancredismo. Aunque nunca fuí apocalíptico, entiendo los comentarios como me dormí en el debate, serán incapaces de ponerse de acuerdo, están solo para mirar por su interés, y otros parecidos. Producto de la congestión política del momento. Quién sea capaz de desatascar el panorama, con independencia de votos y escaños, abrirá la puerta hacía la normalización republicana, o sea al verdadero interés por el buen gobierno.

Ausente la pedagogía de la agenda europea, reiniciar las normas básicas del consenso ciudadano parece obligatorio. Hay que ser exigente con los representantes electos, faltaría, y para eso la partipación en la ceremonia de las urnas es el primer paso. Por las grietas de la desafección circulan los enemigos de la democracia, y la baja participación les hace un favor. Realizada la premisa, nunca había previsto tantas narices tapadas para el próximo domingo. Señal que se vota más en contra, y no a favor, desvaneciendo el principio de convencimiento, esencial para construcciones mayoritarias. Pese a la nueva ciencia esotérica, la demoscopia, importa poco el resultado de los sufragios. El verdadero partido se juega después, con el número de diputados, como corresponde a la vigente elección parlamentaria del primer ministro español. Y ahí la combinación ofrece alternativas. Ya ocurre en los ayuntamientos, el alcalde es quién más concejales suma, y sin ir muy lejos, ahora hace un año que muy pocos de los grandes consistorios valencianos están encabezados por ediles de las listas más votadas. Con mayor o menor acierto, la recogida de basura, el alumbrado público y los servicios sociales municipales funcionan.

Consignar plazas para realizar alegatos simples resulta sencillo. Lo complicado es parlamentar sosegadamente sobre acuerdos elementales con argumentos sólidos. Cuantos más perseguidores sientan en el cogote esos cuatro jinetes, mejor.

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