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Pelotazos y astillas

Hay cosas atribuidas al PP o al PSOE „por ejemplo el escándalo de los falsos EREs y las ayudas a empresas amigas por el que se ven empapelados Chaves y Griñán„ que también son producto de una inercia costumbrista (como asaetear con dardos a un pobre toro, arrojar a la cabra desde el campanario o majar a la parienta), o de un sistema particularmente favorable al compadreo y al intercambio de cromos. Pero ningún partido, desde los tiempos de Recesvinto, ha convertido, como el PP, la corrupción en un mal instalado: el pelotazo como sacramento. El desvío de fondos, el troceado de las adjudicaciones y la ocultación de datos como buena praxis. La recalificación fraudulenta como objetivo prioritario y las astillas (empezando por los sobresueldos del Gobierno) como complemento salarial.

Hay una tradición intelectual empeñada en suavizar los efectos de la corrupción, incluso en glorificarla. Luis G. Berlanga o Billy Wilder, sin ir más lejos. Puede que traficar con favores suavice los rigores espantosos del nazismo o el reformatorio a gran escala que se montó Franco, siempre hay cosas peores y Francisco Umbral no era el único en considerar que la mezcla de oro y mierda es un buen lubricante pero, aún admitiendo que hay cosas mucho mas siniestras, la corrupción impide la llegada de los recursos al Estado „se quedan enredados en la maraña de padrinos y avalistas„ fomenta su mal empleo, rompe las reglas y crea indefensión, inseguridad jurídica. Como desastre, no está nada mal.

Hay un factor agravante en nuestro caso: la avidez, la impaciencia, la conexión de las expectativas de riqueza con el golpe de suerte: el pelotazo. Viene de los tiempos imperiales y el oro de América, sin duda. Esto aún es peor porque desvía energías y recursos hacia actividades ruidosas, que no dejan nada detrás y que se agotan en su propio impulso gesticulante. No sé cuantos votantes del PP me leen, sospecho que no muchos, aunque puedo equivocarme: ni un voto más para este partido hasta su completa regeneración que quizás sea larga y dolorosa. O quizás no.

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