Los empresarios han de ser atrevidos. Un emprendedor puede no ser empresario. Hay empresarios que no se lanzan ni se conmueven por nada. No asumen el riesgo. Las estructuras representativas en la CV arrastran una trayectoria decadente. Los empresarios aceptan mal las críticas. Se sienten con derecho a dominar la escena. Se imaginan por encima de los mortales. Las entidades económico-empresariales de la Comunitat Valenciana necesitan renovarse. La semana pasada tuvo lugar, con nutrida asistencia de público, la clausura de curso de la Fundación para la Ética en los negocios y en las organizaciones (Etnor). Tres primeros espadas intervinieron para hablar de la ética en las empresas „Adolfo Utor de Baleària„, en las ONG „Juan Vives, de Oxfam Intermón„ y en política, a cargo del president de la Generalitat, Ximo Puig. Coordinados por la laureada profesora de Ética Adela Cortina.

La fundación que ahora preside Enric Belenguer, de Inmerco, está siendo aupada por el colectivo cooperativista: Caixa Popular, Consum, Cajamar y la Confederación de Cooperativas de la CV. Etnor es una fundación que impulsó el exdirector de Bancaja Emili Tortosa, defenestrado por el PP. Entuerto perpetrado con el beneplácito de personajes del ámbito empresarial, al calor del consejo de la caja de ahorros, antes de que resultaran dinamitadas la principales entidades valencianas„Bancaja y CAM„. Tercera y cuarta en el ranking español, con anterioridad a la debacle del sistema financiero valenciano, a manos del Partido Popular y del que solo se han salvado Caixa Onti-nyent y Caixa Popular.

Por esta y otras razones económicas y también políticas, algunos „los mismos que querían la fusión de CAM y Bancaja„ saludamos la creación de un banco público al servicio de los intereses de los valencianos. ¡Chapó! y arrojo del director del ICO, Manuel Illueca. Cabe imaginar que el anuncio habrá sentado como un tiro al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, acólito contable de Mariano Rajoy. Hay que ser emprendedor para constituir un ente público que administre la escasez de recursos financieros. El conseller de Hisenda, Vicent Soler, sabe de eso. Los valencianos han de aceptar que somos pobres de solemnidad y que nuestras estrecheces alcanzarán a varias generaciones. Somos el patito feo en la España de hoy. Relegados, zaheridos y con fama de atar los perros con longanizas.

Para superar la realidad decadente se necesita empresarios audaces. Muchos, eficaces, valerosos y dignos. No lo tenemos fácil y poco de lo que hay vale. Adolfo Utor, en la intervención que tuvo en el Botànic para la fundación Etnor, exhibió un entusiasmo encomiable. Utor, líder de Baleària, asociado con Abel Matutes en sus negocios como armador, es una esperanza para el mundo empresarial valenciano. Los negocios no entienden de política. Inteligente, culto, resuelto, comprometido, sensible, amante de su tierra y conocedor de los entresijos de la cosa pública, Utor ofrece una alternativa para insuflar aire fresco por las ventanas carcomidas de la urdimbre empresarial valenciana. Hasta Paco Molina, secretario de CC OO en el País Valencià, lo elogia por su habilidad en cohesión social. Ya no se habla de divisiones provinciales ni de compartimentos estancos, sino de comarcas, zonas y territorios sincronizados con personalidad propia. Para la Comunitat Valenciana es dramática la disidencia alicantina (Alacant a part) donde han proliferado los conflictos entre Benidorm, Elx, Dénia, Xixona, Alcoi, Orihuela-Torrevieja o Villena, con la miopía de Alicante ciudad, que nunca ha sabido actuar como capitalidad ni como parte del todo. El panorama de las organizaciones y entidades empresariales en Alicante es desolador y ejemplo de lo que nunca se ha de hacer. Castelló es otra realidad enmarcada entre Catalunya, Teruel, Valencia y el mar Mediterráneo, donde la capitalidad es más evidente, pero con la ruina de patronales y Cámara de Comercio, por su bufar en caldo gelat y por la mala cabeza de quienes las mangonearon: Roca, Montoro, Fabra, Víctor Campos, Rambla.

Es papel de la Generalitat abrir el melón de las entidades representativas e introducir criterios razonables, válidos y eficaces. Ya no estamos para perder tiempo. Lideren, rodéense de equipos estupendos, preserven su independencia, piensen en todos sin mirarse el ombligo y sobre todo, cumplan su misión. Valencia, ciudad y capital de su hinterland, ha de actuar con generosidad, pero con autoritas para hacerse respetar. No es más quien se mueve en la Ribera del Xúquer, en la Safor o en la Vall d´Albaida, que quienes actúan el l´Alcalatén, l´Alcoià, el Maestrat o en Vinaròs y Segorbe. Todos elementos de un conjunto que comparte cultura, idiosincrasia, conveniencia, mar, historia y complementariedad económica. Partitura que requiere pulso, ritmo, convicción y altura de miras. Ahora que está de moda independizarse no sobra la empresa de empresas, fruto del sosiego y la sensatez.