Un profesor me contaba la semana pasada, en un seminario sobre marketing en Madrid, la importancia de viralizar contenido a través de las redes sociales. Destacaba lo importante que es para una marca que los usuarios que la siguen en Facebook, Youtube, Instagram o Snapchat compartan con sus propios seguidores un vídeo, una foto o un post bien escrito. Los que nos dedicamos a marketing y comunicación lo sabemos, dar difusión a una marca utilizando como altavoz a terceros... Si la marca es nueva, logramos que se conozca, si la marca es algo más antigua, logramos que se recuerde. Y fíjese que creo yo que el o la directora de comunicación (o como bien quiera llamarse) de Leticia Sabater, debe ser buen conocedor de esto de dar bombo a una marca (o a una persona en este caso) con contenidos virales. Porque... ¿Qué pasa cuando la tele no llama a tu representado ni para ser prota de programas «made in» Telecinco? Pues que tienes que ingeniártelas y recurrir a otras técnicas fácilmente cuestionables como crear vídeos cutres que se propaguen cual virus por Internet con tal de que tu cliente vuelva a ser tendencia. Y es exactamente lo que ha pasado con el gran vídeo de la Salchipapa, protagonizado esta vez por Leticia Sabater (esta vez, porque es una copia de un niño muy gracioso que ya la petó el pasado año). Cerca de tres millones de reproducciones en Youtube tiene la presentadora, ojo al dato. El vídeo en cuestión dañará su vista y la canción hará polvo sus oídos, pero ahí está la protagonista de «al mediodía, alegría» volviendo a dar que hablar a todo el que cae en las garras del gigante del vídeo online. Ahora falta saber si gracias a la que llaman «la canción del verano» el teléfono de Sabater sonará para que ella sea carnaza de los mejores programas de la tele, o su vídeo tan solo servirá para ocupar escasos minutos de programas al estilo «Zapeando» y dañar un poquito más su extinguida imagen pública... Vivir para ver.
