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Hagan juego

Quedo a comer con el escritor Joan Garí y con un introducido y un fontanero del nuevo poder autonómico. El restaurante está en el puerto de Borriana y se llama Pinocchio, lo que no quiere decir que no vayan a cumplir. Garí me cuenta que estudió, como yo, con los PP Salesianos, y que no está descontento. Como yo. Quiero decir que la dictadura duró tanto que dio tiempo a que se rebotaran incluso perfectos católicos y no pocos curas, criados en el sentido de la obediencia, marca de Roma. En muchos de nosotros la experiencia religiosa „momentánea o duradera„ fue compatible, desde el principio, con los anhelos de libertad.

Así que los colegios católicos salieron de manifestación, con más derecho que razón, como dije, acudió Mariano Rajoy a arrimar el ascua a su sardina, a ver si por Alfafar se producía alguna Epifanía que le moviera a entusiasmo. Cuidado: por muchos paralelismos que se tracen, no existe en el actual sistema político ninguna hostilidad a la religión, más allá de la propaganda atea, tan amable y aquilatada como la de los electrodomésticos. Los padres católicos tienen todo el derecho de procurarles a sus hijos una educación en el aleccionamiento y la doctrina. Incluso a considerar una cosa y otra como manifestaciones de la libertad de elección. Muy bien, pero la república tiene el derecho incuestionable a considerar que, con tantos barracones y desasistencias, hay otras prioridades antes de dar un céntimo a cualquier escuela privada o concertada, salvo que ofrezca, en un lugar y circunstancias determinadas, el servicio que no puede dar la escuela pública.

Por otra parte, el césar es también pontifex y, por tanto, ampara y protege todas las religiones, incluso puede hacerse cargo del coste de la asignatura, voluntaria, de Religión (y de materias, imprescindibles, de historia y arte religiosos), pero ni desde la mejor voluntad puede aceptar otras obligaciones. La máxima virtud de los Salesianos era su flexibilidad y espíritu adaptativo, nada extraño si se tiene en cuenta que san Juan Bosco, además de santo, era prestidigitador y malabarista. Hagan juego.

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