Durante estas semanas, el multipartido que gobierna ha hecho un balance muy positivo de su primer año al frente del Consell. No han apreciado ni un atisbo de sombra. Ni juntos ni por separado. Todo ha sido flors i violes. Bajo la consigna de «Un año rescatando a las personas», han festejado su balance desde la autosatisfacción y el triunfalismo.

Los ciudadanos de nuestra Comunidad han podido apreciar mucho ruido pero pocas nueces. No han detectado a ningún intento serio de reforma, ninguna inteligencia de futuro. Se agrava su asfixia económica mientras se extiende su sensación de parálisis. Tras todo un año, ningún cambio real en la vida de los valencianos y sequía de iniciativas políticas concretas. Hay que reconocer que, además de intentar satanizar por todos los medios todo lo que pudiera oler a PP y borrar de un plumazo más de veinte años de la historia democrática de los valencianos, han tenido algunas? ocurrencias: los cambios de vaivén en los horarios comerciales, las peatonalizaciones forzosas a macetazo limpio sin escuchar a los vecinos afectados o la laminación de activas bibliotecas de barrios que ha provocado la airada y justa protesta de las ascociaciones vecinales. Mientras, El Cabanyal sigue paralizado y se ha alimentado la tensión con la escuela concertada ignorando sentencias del Tribunal Constitucional o el respeto debido al precepto constitucional de la libertad de enseñanza. Aquí todo ha valido al son de su vieja consigna: «Acabar con la barra libre de los conciertos». Respecto de la nueva ley de RTVV que se debate en Les Corts, han dado de lado a los ex-trabajadores, incumpliendo sus promesas electorales realizadas hace apenas un año, e, incluso, han ignorado olímpicamente las consecuencias del recurso sindical en la Audiencia Nacional.

En la misma línea de prepotencia, jugueteando frívolamente con máximas como la transparencia, la participación o la inclusión; han puesto de manifiesto una importante inepcia para mover la maquinaria administrativa. Torpes y desconcertados, han danzado entre la cómica contradicción (con la instauración de concursos pretendidamente abiertos e internacionales pero de resultados más que sospechosamente lugareños) y el abuso de la discrecionalidad. Abuso que lo ha sido hacia la arbitrariedad, el nepotismo e, incluso, externalizaciones innecesarias, hasta provocar el desconcierto y el descontento entre los colectivos profesionales y ciudadanos que les dieron apoyo. Difícilmente se podían defraudar más expectativas en menor tiempo. La guinda: la abusiva subida de impuestos.

Es políticamente necesario rebajar la euforia. Hasta alguna voz del multipartido ha señalado que «el Consell piensa mucho pero toma pocas medidas concretas». El President del Consell se ensueña con convertir al PSPV-PSOE en un nuevo PSC y, en su encuentro con Puigdemont, llegó a afirmar: «me gustaría que encontráramos un espacio común, federal o confederal o lo que sea». Tal cual. Olvidó que habitamos una democracia y que los cambios constitucionales deben realizarse desde la legalidad de la actual Constitución. Los atajos sólo llevan a aumentar las desigualdades entre los ciudadanos.

Pero, en la actividad política, como sostenía Churchill: «los hechos valen más que los sueños» y aquí, de la mano del multipartido, hemos visto en un año pocos hechos, escasas iniciativas, ninguna hoja de ruta. mucha liviandad y una parálisis sin expectativas que está incrementando la invisibilidad de la Comunidad Valenciana. Sin embargo, es nuestra sociedad una sociedad de natural abierta y dinámica, con deseo de futuro y hostil al encorsetamiento ideológico. Colaborar todos sin exclusiones en desarrollar esa identidad y sacar a nuestra tierra de su invisibilidad actual es lo que ofrece el PP valenciano. Este es el objetivo que persiguen nuestras propuestas de acuerdo en les Corts Valencianes para lograr un pacto por el empleo, un pacto educativo y un amplio y consistente acuerdo sobre el nuevo modelo de financiación autonómica que se deberá negociar con el gobierno que surja tras las elecciones del 26J. Ofrecemos nuestra propuesta de acuerdos desde el debate de ideas, sin imposiciones ideológicas, sin ocurrencias como la de estigmatizar la enseñanza concertada o como los desaires e incluso prohibiciones unilaterales de nuestras tradiciones, como ha ocurrido recientemente con el bou embolat y ocurrirá más adelante con els bous al carrer.

Otra Comunidad Valenciana es posible. Sin sectarismos, con amplios acuerdos entre las organizaciones empresariales y las fuerzas sociales para crear empleo. Una sociedad abierta que mire al futuro realizando las reformas necesarias con los acuerdos más amplios. Una Valencia de voces múltiples respetuosa con los derechos individuales. Una Valencia que quiere un cambio real, un cambio que sólo será posible si abordamos entre todos, desde les Corts Valencianes, los problemas reales de nuestros conciudadanos. Hay que poner fin a la sensación de parálisis, al excesivo recurso al retrovisor que confunde la actividad política con la responsabilidad de los Tribunales de Justicia emborronando la división de poderes y el estado de derecho.

Urge huir de esta atonía localista de viejos estereotipos reflejados en el decimonónico vídeo Orgull. Somos una sociedad abierta. Necesitamos recapitalización social, regeneración política, afrontar una drástica reducción de las actuales desigualdades. El 26Jtenemos la ocasión de levantar la mirada, mejorar la estabilidad y garantizar que el crecimiento llegue a los ciudadanos. Iniciativas políticas y liderazgo. Mirar a la realidad de frente. Un nuevo impulso que queremos lograr trabajando con toda la sociedad civil valenciana para afrontar los cambios y abrir nuevos horizontes de futuro.