El jugador de baloncesto Iñaki Zubizarreta, víctima del acoso escolar: «El bullying es un monstruo con cara de niño».

No es necesario que la Fiscalía dé el visto bueno para que se emita el programa de televisión Proyecto Bullying si la sociedad no está concienciada. Y si has llegado a leer hasta aquí pensarás: «Bueno, si hay un programa de televisión nos concienciaremos más, ¿verdad?» La respuesta es no.

Somos los mismos españoles cuando lloramos por La Roja que cuando vemos una paliza en mitad calle a plena luz del día. Somos aquellos que nos unimos para conservar una fiesta ancestral pero no para decir: «Basta ya». Somos aquellos que gritamos de rabia cuando una serie de televisión no tiene el final que nos hubiera gustado. Somos los mismos. Somos los mismos que giramos la cara cuando un niño grita socorro.

En España tenemos la vieja costumbre de agarrarnos a los refranes como si fueran el pan de cada día, válgame la redundancia. Hasta que no veas las barbas de tu vecino mojar, no pongas las tuyas a remojar. Así es, la historia se repite cada curso escolar, no es necesario ayudar al compañero de mi hijo si al mío no le tocan un pelo€

La solución al problema no llega cuando termina el programa de televisión. Es cierto que miles de familias y personas sin hijos habrán sentido en su propia carne el terror, el desasosiego, la impotencia, la crueldad que pasan tanto niños como familias enteras. Pero, de nada me sirve que se vayan a la cama con una taza de leche en la mano si sabemos que al día siguiente todo va a continuar igual.

Somos miles las historias que hemos sobrevivido. Se llama resiliencia, una palabra poco utilizada en un mundo desorientado y con altibajos, a la capacidad de saber sobreponerse a periodos de dolor emocional y situaciones adversas.

Muchos hemos llegado a la facultad y nos hicimos pedagogos para luchar contra nuestro propio crimen. Fuimos arrollados por lo que Iñaki Zubizarreta califica de monstruo con cara de niño. Nos robaron nuestro ser, ya que, podríamos haber sido niñas sonrientes, podríamos haber brillado como estudiantes y, aunque quisimos hacerlo, la sociedad nos atrapó con sus manos en nuestras gargantas. Ahora, solo queda un mero boceto de lo que tendríamos que haber sido y no fuimos.

Ellos y ellas nunca pagarán. Nunca serán juzgados ni se tomarán medidas contra su acto de violencia. En cambio, a nosotras siempre nos quedará el peso de haberlo vivido. En cuanto al sistema educativo, bastante nefasto, dicho sea de paso. No cabe duda de que gritando su silencio está apoyando a una sociedad retrógrada en la pobre de ti si has nacido feo; gorda o con un ojo más claro que el otro. Cualquier excusa es suficiente para despellejar cual gallinas en el gallinero a un niño indefenso víctima de su propio aquelarre sin saber por qué es juzgado.

Mirar a los ojos del dolor no es girar la cabeza hacia una sonrisa. Mirar a los ojos del dolor es tender una mano para que nadie más sufra un dolor innecesario, injusto, inútil. Hagamos entre todos y todas que Proyecto bullying sea más que un programa de una noche de miércoles. Lucha, denuncia, ayuda, empatiza, pero sobre todo di: «Stop bullying». Entre todos es posible.