Se inocula el susto a los jubilados, a los pensionistas actuales y a los futuros perceptores. El miedo infundido responde a los insaciables intereses privados. Es decir, lanzan el mensaje a aquellos que no quieren pagar la cuota a la Seguridad Social para que contraten un plan de jubilación privado con bancos o fondos de inversión. Genial, teniendo en cuenta que nunca se sabe lo que puede ocurrir con la banca y financieras. Sin embargo, depender de las pensiones públicas es un derecho logrado tras años de lucha. Nadie habla con claridad de los famosos Pactos de Toledo, creados en la época de Aznar para proteger, mimar y tener, además, una hucha que cubriera los periodos bonanza. El milagro de ese pacto, que se firmó entre la patronal, CC OO, UGT y todos los partidos políticos, es que funciona, sigue vigente se ponen de acuerdo y se está cumpliendo. Existe una comisión en el Congreso dedicada a su mejora y a la revisión permanente de medidas.

Claro que llevarse bien en materia de pensiones públicas no es dramático y, por tanto, no es noticia este asunto. La creación de la hucha de las pensiones públicas fue para que en tiempos de vacas flacas no existiera problema en los pagos puntuales. Dicha hucha, con dinero sobrante en épocas de vacas gordas, se suele invertir en algo seguro, que si bien no produce un gran interés, no se lo juega a la bolsa. Según Bernat Asensi, de CC OO-PV, alguien del gobierno del PP decidió coger del dinero sobrante de la hucha de las pensiones para los emprendedores (como si todo el mundo estuviera capacitado para ser emprendedor) y prometerles la exención de cuotas a la Seguridad Social. Jopé, pues ese dinero sale de las aportaciones de todas las nóminas de los currantes de este país. O sea, cogen mi dinero (sin tener en cuenta el Pacto de Toledo) y se lo gastan en los autónomos (que suelen crear negocios que cierran enseguida por falta de consumidores).

Durante la campaña electoral, tan solo el PSOE ha recordado vagamente lo del Pacto de Toledo y solo Unidos Podemos recuerda la importancia de defender y proteger los derechos adquiridos. Pero es más fácil insultar al coletas con que le financia Venezuela (el demonio) que defender y proteger nuestros derechos. Albert Rivera nos quiere a todos empresaurios (emprendedores).