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José Sierra

Otra vez el debate de la gestión forestal

Es como un «Déjà vu», recurrente y repetitivo hasta el hastío. La pregunta sobre qué hacemos con los montes se planteó hace mucho, demasiado tiempo. Justo cuando en la Comunitat Valenciana comenzaron a registrarse grandes incendios forestales. Todo arrancó en Ayora en 1979 con 44.000 hectáreas quemadas. ¿Sequía? ¿poniente? Ya hubo entonces quien se percató de lo que estaba ocurriendo: En la década de los cincuenta la población rural había abandonado todos los caseríos y enclaves de montaña. Veinticinco o treinta años después, en lugar de almendros, olivos, cereal o barbechos, había pinos que ardían e incendios que no se podían parar en ningún sitio porque habían invadido el terreno despejado por la acción del hombre. Muchos de esos montes ex-novo ardieron en los noventa. Algunos se regeneraron naturalmente y... como no se ha intervenido, están listos para arder otra vez. Esa es la realidad que nos transmiten los agentes forestales, los ingenieros de montes y los propios técnicos de la Generalitat.

La solución, dicen, sería volver a crear las condiciones que hacían del espacio rural y el monte valenciano más resistente a los grandes incendios, recreando esas zonas de discontinuidad y gestionando la creciente masa forestal.

En eso está de acuerdo todo el mundo, pero no acaba de ponerse en práctica, en parte por el eterno debate entre el mundo forestal y el universo ecologista. También porque la administración, no nos engañemos, tiene otras prioridades. Tanto que creo que el debate es utilizado desde hace 30 años para la inacción.

Manuel Civera, alcalde de Lliria. contaba ayer algo que puede servir como ejemplo. Estaba tan contento el hombre porque la regeneración natural del incendio de Alcublas ha ido muy bien. Hay miles, millones, de pinos que ya forman una alfombra verde, pero coincidía: la oportunidad es el problema. Si no se hacen resalveos, esos pinos tardarán décadas en que unos pocos maduren, hagan piñas y puedan ser semillero tras el próximo incendio, que llegará. Además, así, todos juntitos, son pólvora. Si se interviene con resalveos, en 25 años habrá pinos maduros que con su sombra pueden dar paso a bosques más evolucionados y el riesgo de que todo arda dejando un monte de matorral, en el mejor de los casos, o de piedra desnuda, será menor.

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