Estoy en modo nada me importa. Y ¿por qué? Pues va a ser que no hay una razón en concreto, sino todas las razones del mundo. De mi mundo, que es bastante particular, por cierto. Me quedé sin trabajo hace cinco años largos, muy largos, desde entonces ha sido un continuo vagar de empresa en empresa entregando mi historial laboral, cumpliendo años y perdiendo ilusión y posibilidades.

Mientras tanto, la crisis aumenta y disminuye la oferta laboral, que acaba limitándose a personas menores de 30 años, preferiblemente varones, con idiomas, muchos títulos, y que estén dispuestos a trabajar mil horas a cambio de un sueldo ínfimo. Y eso que miles de jóvenes ya se han marchado de España, pero yo me marché de los 30 años hace ya más de 15.

Acabo harta de que por pasar de los 40, me consideren una vieja, un deshecho de la sociedad, del mercado laboral y de las ayudas sociales que a duras penas paga el Estado español. Y menos mal que las paga. Veo a mi alrededor mujeres de mi edad, o aún más jóvenes, pero no tanto, es decir, que pasan de los 25, que no saben ni dónde mirar para realizar algún trabajo que reporte beneficios, salvo ese trabajo que ya saben ustedes cuál es y en el que tampoco hay sitio para mayores de 30 años. No hay contrato, no cotizas, despido libre e ignorancia empresarial.

No puedo ponerme mis botas moteras porque aún hace mucho calor, ni mi chupa de cuero, ni mi pelo suelto al viento peinado de cualquier manera, pero llegará el día que lo haga.

Si intento subir al autobús, una pandilla de vejestorios maleducados me empujan y me pisan para subir primero y pillar asiento. Eso que viajan gratis o casi gratis mientras yo pago el billete y con ello contribuyo a mejorar el nivel de las arcas de los políticos y banqueros y empresarios corruptos que luego ni me mirarán cuando se crucen conmigo y yo les solicite un trabajo o algo que parece más indigno todavía, una limosna.

Me voy a dar un paseo bajo el sol ardiente, por hacer algo, y camino sin rumbo mirando los escaparates por si en alguno de ellos pusiera un cartel de «se necesita personal», aunque también daría igual porque soy mayor y ello me convierte en un deshecho humano. Me dedico a poner mis cositas en las redes sociales y nadie me hace caso porque todos los que navegan por esos mundos de vanidad y egolatría, también son jóvenes y por lo tanto ignorantes de lo que es una buena comunicación social.

Me siento, cuando puedo, en alguna terracita a tomarme un café, y observo a mi alrededor, al igual que algunos otros me observan a mí, cosa que me disgusta hasta la peineta, y pienso que vaya mierda de vida, que a ver qué cosa puedo hacer para vivir los próximos 40 años de alguna manera digna y sin pasar hambruna ni tener que tirarme al pozo con el paracaídas roto porque no tuve dinero para comprar hilo y aguja y remendarlo.

Luego, reconozco a alguien conocido y trato de acercarme para que me dé referencias, pero resulta que huye de mí porque adivina mis intenciones y ni de lejos quiere. Otra cosa es que pueda ayudarme o hablar por ahí de mí para que algún idiota sin remedio entienda que con más de 40 años la vida no se acaba y una aún está para poder hacer muchas cosas de valor y beneficio... por desgracia.

Encima, no me dejan hacer fotocopias de un libro de texto para niños porque se supone que es ilegal, pero los libros no bajan de precio y los padres de esos niños que no pueden escolarizarse porque no pueden pagar el material escolar, tienen unos 40 años pero no tienen trabajo porque sólo hay trabajo para recién salidos del cole, los que aún llegaron a poder pagarse los libros de texto, y obtuvieron su título sin experiencia ni conocimientos de lo que es la vida y de cómo se lucha para lograr ascender o mejorar profesionalmente.

Así que me planto una peluca de color blanco, sintética claro, que la de pelo natural no me la puedo pagar, y me calzo las botas moteras aunque me suden los pies, y me cuelgo al hombro la chupa de cuero y me voy al borde de la carretera a hacer dedo a ver si me para algún heavy de barba desastrosa al que también le salga el día en modo todo me importa una mierda y nos vayamos juntos a cometer algún delito por ahí, que si me pillan me mandarán a la cárcel y allí tendré comida y cama todos los días y encima me enseñarán un oficio del que me darán un resplandeciente título que no me servirá para nada porque cuando salga de la cárcel aún tendré muchos más años, y además antecedentes, aunque pensándolo bien, igual con eso, con los antecedentes digo, me dan un puesto de trabajo en el Gobierno o en algún banco y acabo mis días en un paraíso suizo, fiscal que no geográfico, y puedo tener un entierro pagado por todo lo alto donde hasta una banda de música me toque la última sinfonía, que yo no escucharé porque además de muerta, seguiré estando en modo nada me importa.