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Ni miedo, ni tiranía

Otro día hablo de nuestra elecciones y otro más de los ingleses, pero ahora hablemos de Europa (con tanta tarea no sé si lo más prudente es echarme a la bartola). A los ingleses se les pueden achacar muchas cosas, pero no falta de patriotismo (que nos regalen un poco) y valor: por eso no se encandilan con los caudillos militares; por eso Winston Churchill les sirvió en bandeja una victoria guerrera, pero ellos votaron al socialista Clement Attlee. Y eso que la invención de realidades mediante la propaganda es anglosajona, norteamericana en concreto, copiada luego por bolcheviques y nazis y, finalmente, por todos.

Trataron de meterles miedo, de llevarles a casa los coros tremebundos del FMI, con el refuerzo de los niños cantores de Juncker (no les entendieron, cantan en alemán); de marearles con la montaña rusa de la City: mira como me sube la cotización, oh yes. Les aseguraron que el aislamiento produce caries y el alejamiento de la ortodoxia presupuestaria, alopecia. Una cosa parecida ha intentado Rajoy en nuestro país y el bobo de Hollande en Francia. Los franceses, de momento, tragan poco. Los griegos, menos aún y, sin embargo, no tenemos un sistema escalonado de encaje y contención de los movimientos migratorios -inevitables mientras África, Oriente Medio y el Magreb, sean un desastre-, ni un proyecto ilusionante de unidad europea.

Si cada vez que surge un problema, aunque sea del Ballet Nacional, se aplica sin demora el bálsamo de Fierabrás de la austeridad luterana, si persiste el coñazo de que no hay salvación fuera del neoliberalismo y de la bendición del saqueo, si Europa persiste en ideas tan autodestructivas y poco integradoras y no hay futuro ni para los jóvenes y las clases medias, Europa se irá al cuerno. No sin antes extraviarse por las vías fallidas de la xenofobia, el racismo y los opciones fascistoides, ya ocurrió y ya vuelve a ocurrir en Polonia y Hungría. No teman por Inglaterra: cualquier error, con prensa libre y tradición democrática, puede corregirse. Lo que tiene peor remedio es la obcecación.

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