Si los datos sobre pobreza infantil en España son alarmantes, en la Comunidad Valenciana producen directamente tristeza: 300.000 niños valencianos son pobres o en riesgo de exclusión, uno de cada tres. Tras un año completo de nuevo gobierno cabía esperar iniciativas que paliaran esta urgencia social. No ha sido así. Fueron antes los portátiles, tablets y nuevos coches -entre otros privilegios- para sus señorías, así como el acomodo rápido en las instituciones para los fieles. La pobreza infantil ha de esperar.

Los políticos impacientes que venían a rescatar a los ciudadanos sólo dan muestras, de ser expertos en eslóganes. Hasta hace poco era la propia vicepresidenta Mónica Oltra la que denunciaba en las redes sociales los datos de pobreza infantil. Aquella beligerancia, aquel rasgarse las vestiduras se ha vuelto inoperancia a la hora de gestionar políticas socioeducativas que hagan frente a ese drama.

Otro tanto cabe decir del conseller Vicent Marzà, obsesionado con la educación concertada, la zonificación, la inmersión lingüística, estaciones educativas, pulsos al Ministerio por la reválida de primaria, ... No juzgo las políticas que desea implantar, esa es su responsabilidad frente al electorado, pero sí me permito recordarle lo que ya debe saber: que difícilmente conseguirá hacer de la escuela la vanguardia contra la desigualdad social si antes no cubre las necesidades básicas de alimentación y protección.

Está claro que el conseller prefiere entretenerse en diseñar políticas no realistas y propagandísticas, y mientras nos promete vanguardias educativas como quien ve ínsulas por conquistar en el horizonte, el Plan de choque que su partido, Compromís, firmó para reducir la pobreza en general en un 25% y la infantil en un 50% no se ve por ningún lado. Ocurre que la pobreza ni entiende de lo público ni tampoco de lo concertado.

Marzà debería entender que un niño en situación de pobreza puede presentar dolencias físicas, pero también tensiones, inseguridad y la falta de atención de unos padres preocupados por salvar la economía familiar. De ahí surgen carencias afectivas y fracaso escolar. Son cuestiones básicas que no habría que recordarle a un político, pero que no parece que sean tenidas en cuenta en la actual Administración valenciana, o por ignorancia formativa o por extraños criterios políticos. El Bloc de Marzà y la Iniciativa de Oltra fueron capaces de llegar a acuerdos para confluir en Compromís, un esfuerzo que les permitió llegar al tan ansiado poder. Ahora bien, hubiera sido deseable observar al menos ese mismo interés en hacer frente a la situación de necesidad que viven miles de niños valencianos.