No voy a hablar estrictamente de climatología pero sí de Geografía política y algún vínculo buscaré. El «brexit», la salida del Reino Unido de la Unión Europea, ha sacudido toda la actualidad y me merece alguna reflexión. Se habla mucho de los paraísos fiscales que hay en el mundo que, por cierto, son en muchos casos, pero no todos, también paraísos climáticos. Un buen número de esos paraísos, contra los que claman la opinión pública y, con la boca pequeña, nuestros dirigentes, son antiguas colonias británicas de ultramar o, en algunos casos, forman parte todavía del Reino Unido. Bahamas, Gibraltar, Jersey, etc. tienen curiosos acuerdos de relación con el Reino Unido y se han aprovechado hasta ahora de estar en la Unión Europea pero con estatutos muy especiales. No obstante, gracias al programa de televisión española «En Portada», con un documental titulado «El desencanto de Europa», descubrí que había algo más terrible detrás. Este documental, que yo pongo como práctica a mis alumnos de Geografía de las Regiones del Mundo, va sobre la crisis económica y política vivida en los países más ricos de la Unión Europea: Alemania, Francia y el Reino Unido. Alemania destaca por resistir la crisis aunque perdiendo cuestiones sociales, Francia, por la grave crisis de deslocalización industrial, y El Reino Unido se sostiene gracias a su poder financiero, concentrado en La City de Londres. Yo creía que La City sería igual que cualquier importante distrito financiero, pero resulta que no, que es un paraíso fiscal, no ya dentro de la Unión Europea, sino dentro de una de sus principales capitales. Tiene un gobierno propio, elegido por las empresas allí radicadas, y un funcionamiento político y económico casi autónomo, aprovechado por empresas de todo el mundo, especialmente estadounidenses, para gozar de grandes ventajas fiscales y, a la vez, estar conectados con ese gran mercado que es la Unión Europea, sin estar, eso sí, en ese «lío» del euro como moneda única. Es, ha sido, una situación idónea, estar sin estar, ni comer ni dejar comer, es decir ser como el perro del hortelano. A Reino Unido siempre le ha ido bien esa situación puente entre Estados Unidos y Europa pero ahora, con el «brexit», puede perder esa privilegiada relación, siempre que el poderoso mundo de las finanzas internacionales radicado en La City no invente algún tratado especial.