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Hierbas miríficas

Nunca pensé que en esta columna sacaría una tienda de alimentos de régimen, como les llamaban en los setenta. Claro que no es eso (en puridad, desciende de una herboristería que data de 1771), ni siquiera una cadena, sino un curioso experimento exitoso en el que se cruzan las redes sociales y les hierbas curativas; el quilómetro cero (las verduras son de Catarroja) y la carne de vacuno del norte. El 70% de las ventas las efectúan a través de su propio club de compras que tiene más de 170.000 socios. Su crecimiento es apabullante: seis tiendas nuevas por año (en 2016 sólo les falta una más para cubrir el cupo). 180 empleados. Presencia en Madrid y Palma y en la mayoría de las grandes ciudades valencianas.

Acudí a Herbolario Navarro porque un amigo que tiene las narices metidas en todos los guisos me contó que la empresa trataba de comprar un palacete rural y sus terrenos para cultivar sus propias hierbas y abrir una tienda-escaparate. «Que más quisiéramos, sobre todo si fuera, como dices, en Els Alforins. De momento comercializamos y nos expandimos», me cuenta Carolina Girbés. El cuidado del pellejo y el interés por el medio ambiente determina el perfil del cliente de ahora mismo que tiene poco que ver con los raritos que solían frecuentar estas tiendas hace treinta años tan solo. Ahora tienen biólogos, farmacéuticos y nutricionistas para asesorar al comprador.

Invoco este caso porque un ejército de horteras, mayormente deslumbrados por la pela, suelen presumir de tecnología espacial y energías milagrosas cuando se trata de montar un negocio que chute. A veces es tan sencillo como esperar a que la tienda del bisabuelo se ponga de moda: convenientemente actualizada, no iba a ser tan fácil. Hace años que en esta tienda de esforzados practicantes del vegetarianismo y la medicina natural, tienen carne y vino. Me entretengo viendo que también tienen sidra natural, whisky y ginebra con todos los requerimientos ambientales y hasta el estupendo licor de jengibre de Mariano de Cueva, a quien me encontré en el bacanal de vinos naturales de Montblanc, Conca de Barberà, entre vinateros indómitos y sin fronteras.

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