Era previsible. Cuando se tergiversa el mensaje se genera desconfianza. Los resultados electorales del 26-J han llevado al País Valenciano a una situación de invisibilidad. La victoria del PP con 137 escaños tiene explicación y responsables. Por un lado el conservadurismo de la oferta y por otro, los miedos y los errores que han emergido para que esto sea así. El partido de Rajoy no ha ofrecido una propuesta electoral nueva ni estimulante. Era lo mismo de los últimos años corruptos. Los valencianos hemos vivido una sacudida endiablada, con la noticia del Brexit y la digestión de unas elecciones que han postergado los intereses valencianos. Podemos y Mónica Oltra han de comprender que la sociedad no está mayoritariamente por su signo. Si quieren ganar tendrán que cambiar su discurso sin suscitar miedo. Las opciones de progreso o a la valenciana, que recuerdan Pablo Echenique y Joan Baldoví, se han esfumado. Pedro Sánchez no será presidente socialista de Gobierno.

El veredicto de las urnas ha castigado a la izquierda y a los intereses de la Comunitat Valenciana. Se han borrado las señas de identidad que consiguió situar Joan Baldoví, desde Compromís , durante la legislatura que emanó del 20-D. Los valencianos hemos salido perdiendo. Se había iniciado un camino decidido para situar al País Valenciano en Europa y en Madrid. Hasta en Catalunya nos miraban con respeto. Cuando se conquista el poder hay dos condiciones para conservarlo: una, gobernar con inteligencia y mano firme. La segunda, ser uno mismo. El Consell de Ximo Puig, ha dedicado estos doce meses a mirarse de reojo entre partidos, entre consejerías, entre maridajes, entre egos, entre nimiedades ideológicas y contradicciones.

Aquí cada uno quería colocar su florero en la mesita. Vicent Marzà quería dejar su impronta sin darse cuenta de que lo fundamental era acabar con los barracones -escuela. Mª José Salvador y Josep V. Boira, no han sido capaces de encarrilar el Corredor Mediterráneo, cuestión que impide que este país avance desde la dictadura franquista. La consellera de Agricultura, Elena Cebrián, se entretiene con florituras en los cultivos cuando lo vital„ahora y siempre-- son la distribución y la comercialización de las producciones. Anecop lo puede explicar. De nada sirven grandes cosechas si no sabemos dónde colocarlas.

La consellera de Sanitat, Carmen Montón, absorta por su carrera en Madrid, sigue sin resolver la reforma del sistema de salud autonómico y sin poner orden en la atención sobre los tratamientos contra el cáncer, enfermedad que sigue azotando sin piedad a la población. Tenemos especialistas de reconocido prestigio y entre ellos a Ana Lluch, que saben cómo se debe gestionar la medicina oncológica. En el Instituto Valenciano de Oncología-- financiado con fondos públicos en más de un 95%-- siguen pasando cosas inauditas. A los patronos de la Fundación IVO, Vicente Simó y José María del Rivero, que se atreven a discutir las acciones de gobierno, se les aparta y se les margina de las decisiones que toma una Comisión delegada, sin pedir parecer ni proporcionar información a sus órganos rectores. Está pendiente la decisión de cómo se va a reorientar el convenio entre Conselleria de Sanitat y la Fundación IVO, que debería aprobarse a fin de año, cuando vence la prórroga del concierto vigente. Nada se sabe de cómo quedará el tema de la libre elección de centro por el que es accesible a todos los valencianos. Está en juego la supervivencia de un centro integral contra el cáncer que ha sido modélico y que no puede seguir controlado por el clan Llombart como si de su cortijo se tratara. El conseller d´Hissenda, Vicent Soler, ha de contar con todo el apoyo político y ciudadano necesario, si se quiere solucionar la financiación imprescindible para que la Generalitat gobierne con dignidad. El conseller d´Economia, Rafael Climent ha de ordenar el comercio sin trompicones ni vueltas atrás. ¿Cuándo nos ocupamos del rearme industrial? ¿Nos resignamos a ser un país de camareros? Climent ha de intervenir para que las entidades económico-empresariales cumplan su misión, que les lleva a ser receptores de fondos públicos. No puede ser que las Cámaras de Comercio„acaba de dimitir el presidente de la Cámara de Alicante, José E. Garrigós„carezcan de Reglamento para aplicar la Ley de Cámaras de Comercio de la CV, aprobada in extremis por el Consell de Alberto Fabra. PP y PSOE han acordado apuntalar el inútil y costoso Consell Jurídic Consultiu, donde están Francisco Camps y Margarita Soler en la recámara, en una pirueta incomprensible, salvo si se quiere salvar poltronas agradecidas para el futuro. Estas argucias también desencantan y cuestan votos.

Prevalecen los dictados de la ambición y el posibilismo ante un panorama complejo que amenaza la viabilidad económica y social de la Comunitat Valenciana. Ni siquiera existe un esbozo de lo que debería ser el plan integral de país que permitiera a los ciudadanos sentirse gobernados y dirigidos de acuerdo con la majestad de los principios y con la percepción de ir hacia un horizonte motivador, plural, enraizado, eficaz y consistente para los próximos diez años.