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El coraje del conseller Soler

A unque el ruido mediático procedente de la Generalitat Valenciana (GV) hable de triquiñuelas de jefes de servicios médicos, de hijas, de cuñados y de gasolineras relacionados con las gentes de Compromis y de exabruptos verbales de altos representantes del Consell, el problema que arrastramos es mucho mas profundo. Aunque se piense que el camino sean mas consellerias y más funcionarios para resolver no se que equilibrios derivados del 26-J. Viviremos la venganza propia de toda contabilidad ignorada durante demasiado tiempo. La GV es algo mas que un empleador y un comentarista privilegiado para semanas postelectorales.

Afortunadamente hay políticos que, aunque no necesariamente precoces, son coherentes y rigurosos. El viernes el conseller de Hacienda al explicar el resultado, a finales de 2015, de la Cuenta General de la GV fue claro. Tras aflorar y provisionar deudas y compromisos del anterior Consell, y de los escasos seis meses de gobierno del actual, nos dijo que los activos de la GV eran de 20.426 millones, mientras que el pasivo era de 45.845 millones, más del doble. No en vano el Protocolo del Déficit Excesivo adjudicaba a la GV una deuda de 41 953 millones. Ante la magnitud de las cifras no vale la pena perderse en exquisiteces contables; basta entender que 41 + 4 = 45.

El conseller ha pasado meses tratando de distinguir entre mala financiación y corrupción de la época ZOC (Zaplana-Olivas-Camps) fue sincero y valiente: «El resultado patrimonial, fruto de haber reconocido la situación real de la GV, pone de manifiesto la necesidad por parte del futuro Gobierno central de abordar una solución global a la situación financiera de la Generalitat», puntualizando que «no sólo hay que dar solución a la infrafinanciación valenciana, sino también a la losa del pasivo acumulado durante 20 años». La sostenibilidad de aquella parte del estado de bienestar que gestiona la GV es un problema cada vez mas irresoluble pero no es exclusivo de esta región. Lo expresado por Soler seguramente tiene mucho de agotamiento institucional. Ello no impide que el dúo Puig/Oltra sigue centrado en su lectura de hace un año, y que siga pensando en un gobierno a tres como gran solución y en crear «un problema valenciano al gobierno del estado». Para ello no dudan en poner en un mismo saco tres problemas muy diferentes; modelo de financiación, inversiones del estado y la reclamación de un Corredor Mediterráneo que ni sus técnicos, ni los empresarios saben definir. El presidente y la vicepresidenta, al no plantearse en absoluto una cierta devolución de competencias al estado, reducen su discurso a que sin «una mayor intensidad de la presión sobre España del problema valenciano», la GV «se juega su viabilidad».

Es su legítima decisión. Sin embargo poner los tres temas al mismo nivel, sin más matices, puede reflejar una falta de conocimiento y de profundidad en sus respectivos el análisis que podrían rozar actitudes propias del populismo. Ya conocemos el nulo resultado de determinados juegos florales practicados en forma de recursos a los altos tribunales del Estado y que tan mal han dejado la capacidad jurídica de quienes aconsejan al Consell. Ni se han alterado los Presupuestos Generales del Estado para 2016, ni se ha perdonado la multa generada por los hábitos de ZOC, a los que ningún resultado electoral pude exculpar en absoluto, y que inteligentemente el Sr. Soler ya ha puesto en su nueva lista de pasivos.

A lo largo de estos años los valencianos nos hemos familiarizado con términos que hasta hace poco tiempo nos eran ajenos (Modelo de Financiación Autonómica, Plan de Pago a Proveedores, Deuda según el Protocolo de Déficit Excesivo, Fondo de Liquidez Autonómico, Objetivo de Estabilidad Presupuestaria, etc.) Las formas contables han ido cambiando pero la situación se ha agravado y la tendencia no la habría cambiado cualquier otro resultado habido el 26-J. Ante tanto silencio contable y quizás rozando la petulancia, repasemos lo ocurrido en la semana previa elecciones donde ningún partido ha sabido decir cosa alguna sobre la financiación. Los puntos que siguen son el devenir de la Cuenta patrimonial que Soler presento.

Los conceptos por los que la GV y el resto de Autonomías reciben préstamos del Estado fuera de las liquidaciones propias del actual modelo de financiación, dan este balance:

a) Al inicio del año el déficit presupuestario de 2016 debía ser de un 0,3% lo que en principio suponían 79 millones trimestrales. Al haberse acordado subirlo al 0,7 % este capítulo deberá suponer unos ingresos adicionales de 100 millones por cada trimestre de 2016. Pudo haber sido peor.

b) A lo largo de 2016 vencen una serie de obligaciones, en buena parte procedentes de ayudas del estado en años anteriores, por valor de 355 millones de euros que obviamente van a ser atendidos con cargo al FLA.

c) Cubrir la desviación del déficit de 2015 es una de las misiones del FLA extra que a lo largo del año debe suponer para la GV 1.440 millones. Aunque se hable de déficit de 2015 ello no significa que existan facturas de entonces sin atender, ya que de alguna manera estas se adelantaron, por lo que la ayuda se usará para cubrir las necesidades del año actual.

d) Para ayudar a afrontar los servicios básicos (sanidad, farmacia, educación y servicios sociales) hay destinados 922 millones, cuyo único punto de fricción es la decisión unilateral de quitar el copago farmacéutico

e) Hasta finales de julio el ICO ha pagado directamente (este FLA ni siquiera pasa por Valencia) 991 millones por facturas enviadas desde la GV. A cuenta de los 450 restantes. Montoro y Soler en plena campaña no supieron comportarse como si fueran dos adolescentes. La verdad es que ni la GV dejo de hacer su trabajo, ni el Ministerio la discriminó, ya que del total de autonomías sólo pudo pagar el 85% del FLA extra.

Con el episodio de este final de Junio el balance es sumar 1. 700 millones a la deuda de la GV, con lo que estaremos aproximadamente en el 45% de nuestro PIB, cuando el objetivo sería del 25%.

La GV desgraciadamente no gobierna, pues una vez pagadas las nóminas y subvenciones muy poco dinero depende de ella. Buena parte de las consellerias están mano sobre mano, o discurriendo con qué tipo de banalidad entretener a sus titulares. Ignoro que tipo de milagro esperan Puig y Oltra para mantener la GV actual. No puedo creerme que la respuesta vaya a ser más consellerias y más funcionarios.

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