En menos más de 4 años, la ciudadanía ha quebrado al bipartidismo. Abriéndose un nuevo tiempo en el que la ausencia de claras mayorías va a requerir de grandes consensos políticos. La cuestión que se plantea es: ¿la cultura y la clase política actuales están a la altura de estas nuevas circunstancias? Tras las pasadas elecciones, el Partido Socialista tiene un tremendo dilema: facilitar la investidura de Rajoy o votar en contra. En este último caso, asumiendo el coste de una posible tercera cita electoral. ¿Merece Rajoy la abstención del PSOE?

Es necesario contextualizar la actitud del PP desde que, en 2008, estallara la crisis financiera hasta ahora. Así, siendo Zapatero presidente del Gobierno, Rajoy no dudó en llevar a cabo la oposición más imprudente que, seguramente, hayamos visto en democracia. La inestabilidad de los mercados financieros, la crisis económica y aquel inolvidable 12 de mayo de 2010, fueron para Rajoy una suerte de oportunidad política con la que se catapultó hacia la Moncloa. ¿Dónde estaba entonces su sentido de Estado? Su actitud como líder de la oposición fue tan irresponsable como oportunista. Por si fuera poco, tras la mayoría absoluta de 2011 ha legislado a golpe de decreto-ley, con una marcada ausencia de diálogo y consenso.

Con ese pasado político reciente caracterizado por un talante ajeno a la búsqueda de la toma de decisiones compartidas, no se le puede pedir al principal partido de la oposición que tenga un sentido de la responsabilidad que, él mismo no ha tenido en todos estos años. Nos vemos ante una nueva configuración parlamentaria que cohabita con una cultura y clase política no adaptadas a la nueva situación. Va a ser necesario, por inevitable, que los actores cambien su actitud. Hará falta más política y menos demagogia. En mi opinión, el PSOE no debería facilitar la investidura de quien no tuvo escrúpulos a la hora de alcanzar el poder, para después gobernar desde el aislamiento de la mayoría absoluta.