Leo con cierto estupor las declaraciones del presidente Ximo Puig y de la vicepresidenta Mónica Oltra afirmando que es necesaria una auténtica reconversión del Consell. El presidente habla de raquítico y la vicepresidenta señala que faltan manos. En un año se han dado cuenta de que la buena gobernanza no es fácil y, lo que no han dicho, hacen falta buenas cabezas para impulsar una auténtica y necesaria regeneración de la Comunitat Valenciana. No es suficiente la ilusión, la buena voluntad y los conocidos del partido para desactivar las bombas dejadas por el gobierno del Partido Popular y para redactar y llevar a la práctica un programa que facilite el despegue económico, social y cultural del conjunto de los valencianos.

Estar permanentemente hablando del Corredor Mediterráneo, del puerto de Barcelona y de rescatar a la gente no son más que pantallazos mediáticos que ocultan la ineficacia. Por poner un ejemplo ilustrativo, sería conveniente que el Consell se preguntara el por qué hoy, con una autovía gratuita desde Alicante a Valencia, Hoya del Alcoi y Vall d´ Albaida mediante, llegan al puerto de Valencia menos envíos de mantas y otros textiles que lo hacían cuando no se disponía de esa infraestructura. O por poner otro ejemplo ferroviario, el tráfico pesado con Madrid sigue utilizando en su mayor parte la carretera, incluidos los contenedores con origen o destino el puerto de Valencia, disponiendo como disponemos de un corredor ferroviario que para las mercancías no necesita superar la velocidad media de 50 kilómetros/hora.

Más que manos hacen falta cabezas en los aparatos del Consell. Y pensar en la incorporación de los políticos de Podemos, cosa que agradaría a la vicepresidenta, no haría más que incrementar la mediocridad y estar expuestos al lema puesto de moda por Echenique de extirpar las malas hierbas de los que no piensan cono ellos.

El presidente Puig lleva un año sin sanear el panorama. Bien es verdad que el PSOE lleva desde la dimisión de Joaquín Almunia en proceso de regeneración, de actualización y de formular un discurso atrayente. Ese fue el mensaje del ex secretario general y lo que motivó su dimisión en el año 2000, ha hecho 16 años, con unos resultados que harían hoy las delicias de gran parte de los socialistas.