Llevaba unos días intentando desconectar después de estas segundas elecciones cuando una mañana me despierto con los insultos del cantante Francisco a la vicepresidenta Mónica Oltra. No podía dar crédito a lo que leía, así que decidí respirar hasta diez y dejar pasar unos días para escribir estas letras. Entre otras cosas porque mientras había quien me decía que estaría bien que manifestara mi opinión al respecto, también estaba la opinión de las personas que pensaban que debía de dejar pasar lo sucedido. Que mejor «no entrar al trapo». Quizás está ahi el problema. La impunidad en la que se mueven individuos como este que se atreven a insultar a una mujer a sabiendas de que la Fiscalía ni siquiera actuará contra ellos a pesar de estar ejerciendo con sus palabras violencia de género. Violencia verbal en este caso.

No voy a reproducir aquí ninguna de esos palabras pero sí quiero destacar la suavidad de las que usó para el resto de miembros de Compromís que hicieron manifestaciones en la línea de Oltra y sin embargo la dureza con la que se empleó con la vicepresidenta. Que es un misógino de cuidado se desprende del calado de sus palabras, algunas de ellas refiriéndose al bien más preciado de los machistas y con lo que encuentran solución a todos los problemas: su flamante aparato reproductor, al que algunos tienen más aprecio que a su menguado cerebro.

No creo que Mónica, ni ninguna mujer, necesite de un ejemplar macho a su lado para que la controle o la haga reconducir sus declaraciones, pero esta sociedad tiene un grave problema. Y ese problema precisamente son esos machos misóginos, maltratadores de una forma u otra, que intentan imponer sus opiniones arropados por el abandono de las instituciones que deberían implicarse mas en la lucha contra la violencia de género, que ven como sus declaraciones no tienen efectos legales.

El problema es la desinformación de las mujeres, la lentitud en las denuncias, el no acompañamiento económico para combatir esta lacra social, la escasa formación de los agentes sociales implicados en la lucha contra la violencia de género y los recortes de las ayudas en la aplicación de la ley, que dejan sin recursos a las mujeres para que puedan denunciar sin miedo y reconstruir sus vidas con garantías. Es necesario visibilizar las agresiones, denunciar y condenar para que no caigan en la normalidad. Es un trabajo largo y costoso pero necesario si queremos acabar con actitudes como las de Francisco. Implicación de la sociedad en su conjunto, sensibilización...

Antes de acabar este artículo releeo otra vez las manifestaciones de este señor y me alegro de no haber escuchado a los que me decían que no entrase al trapo. No sólo por Mónica Oltra, con la que me separan posicionamientos ideológicos incluso en nuestra forma de entender el feminismo, sino porque tengo clara una cosa: cuando atacan a una de nosotras nos atacan a todas. Y por ahí si que no paso.

Cuando estaba acabando de escribir este artículo me llegaron las descalificaciones a Sara Hernández, alcaldesa de Getafe, por grupos homófobos. Y me pregunto: ¿hasta cuándo?