El capitán de Portugal durante 95 minutos en la final de París no salió en la foto levantando la Eurocopa. Estaba detrás de la muralla formada por el ego de Cristiano Ronaldo. Hasta André Gomes, sin apenas participación en el éxito luso, ocupó un hueco a la izquierda del líder. Nani no. Su naturaleza tímida le llevó a ocultarse tras Cristiano Ronaldo. El protagonismo lo había asumido en el campo, en una Eurocopa para enmarcar, con tres goles y una asistencia, además de un notable partido en la final, sobre todo en el último tramo, cuando la entrada de Éder le permitió volver a su posición natural de interior derecho. La desgraciada lesión de Cristiano (m. 25) convirtió en capitán a Nani desde ese instante hasta el final de la prórroga (m. 123). Cualquier otro habría reclamado un lugar de honor en el palco que exhibe al mundo la Copa de campeones. Nani prefirió un segundo plano. El fichaje del Valencia es un chico discreto lejos del césped, un perfil conveniente en Mestalla, aunque dentro del campo se le exigirá la vena competitiva de la Eurocopa. Ese carácter para protestar al árbitrosi interesa, ejercer de lateral derecho si es preciso y, cómo no, mostrar la calidad en el regate, los centros y el disparo desde fuera del área, su especialidad. La única duda radica en si Mestalla le resulta tan estimulante como Saint Denis. Sin CR7, el primer plano está garantizado.
