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Esquivar las balas

La copa europea me ha parecido tan entonada como la Europa que la sostiene: bien poco. De todos modos me alegró que ganara Portugal, yo hinché desde el sofá: aquí vive la vieja Iberia. Una Europa sin Inglaterra y con dos socios semifascistas en Hungría y Polonia. Y Francia en plena psicosis de inseguridad: retuvieron al equipo francés en el hotel porque se había detectado «un bulto sospechoso». Al final era un negro que salía de la ducha. Portugal y Francia: la mitad de cada cuadrilla era negra y, juntas esas dos mitades, quizás le hubieran dado una paliza a la otra selección blanca, con Cristiano Ronaldo o sin él.

Eso también pasa en EE UU, donde los negros dominan, de modo apabullante, varios deportes, incluído el baloncesto y el atletismo. La culpa no es de ellos: atrapados sin piedad, embutidos en sentinas infectas, muertos por enfermedades desconocidas y tratados con el desprecio y el látigo, solo los más fuertes (o los más listos, al estilo de Spike Lee), sobrevivieron: tienen un buen patrimonio genético. Ahora los policías los liquidan con un gatillo realmente fácil: más de ochocientos en un año. Para ser gente tan fuerte se les mueren muchos, señor sheriff. Y no porque ahora estén peor los negros, sino, precisamente, porque están menos mal. Los maltratadores también han emergido de sus cochiqueras justo cuando los derechos de la mujer se consolidaban.

Hay una revuelta de la América blanca y fracasada (white trash) „incapaz de mezclarse con otras razas, con lo bien que le vendría„ contra el ascenso de negros, hispanos o asiáticos. La bolsa de las vidas: no todas cotizan igual. Los judíos, mueren uno a uno; los palestinos, por docenas. No hay más que ver el dramatismo con que se ha encajado la muerte de cinco policías blancos en Dallas, frente al goteante desprecio por la integridad de los negros como costumbre. Se les recomienda calma, paciencia, y es cierto que nada les podría beneficiar más. Pero la paciencia no es infinita ni aunque la cultives cada domingo en la iglesia. De momento, Obama ha esquivado las balas: a los otros les cuesta más.

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