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Factoría turística

Nunca había vivido en el interior de una factoría turística, pero estos dos meses estaré en Cullera. Soy más de paisajes serranos, islotes del Lobo y aventuras equinocciales, pero ahora tengo a mi cargo a una paciente de la familia, mi hermana Maricarmen. «Doctor Piera, doctor Piera. Le reclaman en la cuarta planta. La paciente quiere un helado de turrón». «Marchando», respondo y para entonces „media mañana o media tarde„ ya ha desaparecido la coral de gorriones que ameniza mis madrugadas. Luego me vuelvo a dormir, estoy en las vacaciones más raras (en mi) desde que tengo uso de razón: mejor, algo aprenderé.

Sólo una cultura guerrera y trashumante como la castellana podía pensar que el campo no tiene puertas. El campo tiene puertas, vallados y taquilla (que se lo pregunten a Florentino Pérez). Y las playas, horario. Ésta abre a las ocho de la mañana, antes tiene que pasar la pala mecánica a dejarlo todo entablado. El camión de la basura pasa, como mínimo, dos veces al día y de madrugada, hay un estruendo de hierros y cerrojos, de volquetes hidráulicos y voces de orden, de contenedores desplomados al peso. Poco antes o poco después de teclear el artículo (que germina en la cabeza en segundos o en semanas, según), voy a nadar: antes de la gente, cuando, con un poco de suerte, hay nubes en el cielo y el mar de la bahía es una lámina tersa de acero inoxidable.

Ha habido un amago de privatización de una parcela de playa donde reinan, con la espuma en los tobillos de los afortunados, las tumbonas de pago. Sale el alcalde en la tele y dice que es por ofrecer otro servicio a los visitantes. No lo acabo de ver claro y la marabunta que, armada de sombrilla, toma posesión de la playa como Lope de Ursúa del río Marañón y sus tierras aledañas, se ha rebelado. Me gusta más el mar que la playa, pero los gorriones son lo más interesante: tienen un adelantado que trina solo. Luego llegan las primeras voces y, al final la algarabía, que pronto se desvanece como bancos de sardina acosados por los tiburones del aire. Pero están ahí, poniendo música desde los aleros. En FM.

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