El Barça ha lanzado una campaña de apoyo a Leo Messi, condenado „tanto él como su padre„ a 21 meses de cárcel por fraude fiscal. J. M. Bartomeu, presidente del club, publicó este tuit impregnado de esa singular bajeza moral entre legión de tiranos futboleros «Leo, quien te ataca a ti, ataca al Barça y a su historia. Nos vamos a defender hasta el final. ¡Siempre juntos!». Una muestra, desde luego, de la infinita picaresca española, en donde quienes tributamos implacablemente acabamos convirtiéndonos en el hazmerreír del gentío. Incluso pervierten el socrático «sólo sé que no sé nada», pues, lejos de anhelar aspirar al saber, usan de comodín y excusa una supuesta y manida ignorancia económico-administrativa. El sujeto deviene descarnado, harto alienado, de ahí que, por mor del balón o del cante, los tributos sean asunto del padre de la criatura, el amante de la artista o el primo de Albacete. ¡Todo el mundo es bueno!

Clama al cielo tantos niveles de condescendencia por parte de afición, hinchas, seguidores, futbolistas€ Escasean las voces críticas, que denuncien la apatía moral de Messi y sus secuaces. Bastaría una sencilla disculpa, un simple «perdón» o un «no volverá a ocurrir». Gesto, por cierto, que humanizaría a ese supuesto mito del balón. A falta de esta postura, por si fuera poco, mandamases y forofos articulan un discurso victimista, solidarizándose sin ton ni son con este individuo sacralizado hasta la médula. Da que pensar si en esto del balompié todo vale, o acaso los equipos de fútbol más relevantes disponen de un orden moral distinto al nuestro, en una suerte de naturaleza nietzscheana más allá del bien y del mal.

Confieso mi ignorancia futbolística. De Messi, como otros, sólo sé el nombre y poco más. Pero soy víctima paciente de la sinrazón de las masas futboleras, ya desde mis tiempos de estudiante en la Facultad de Filosofía de Valencia, cuando cientos de automóviles aparcaban encima de la acera previo consentimiento de las autoridades, incluso obstaculizando el paso de los transeúntes. ¡El orden de las leyes „y de la mundanidad„ cambia si hay partido! La tiranía de las masas, el gregarismo futbolero, esa horda de bárbaros incívicos a los que habrá que poner en su sitio alguna vez. ¡Terrible! Salvajes que arrasan con cualquier ápice de Ilustración, como ya apreciamos nuevamente ante este inmoral apoyo inaudito que supone aplaudir y empatizar con Leo Messi.

Una empatía, por cierto, otrora ausente en la piel de Isabel Pantoja, quien, a pesar de ciertas similitudes con el caso Messi, sufrió el hostigamiento mediático, popular y gremial. Claro que Isabel, además de mujer, es gitana, rasgos imperdonables, digo yo, para una sociedad tan machista, patriarcal, racista y retrógrada como la nuestra. ¿Por qué «yo soy Messi» y no «yo soy Bárcenas»? Si yo soy Messi, ¿también soy Pantoja? ¿Qué criterio moral racional y razonable distingue unos casos de otros? En fin€ Quepa al menos el derecho a la pataleta. Que ni la ignorancia atrevida ni el fanatismo futbolístico campen a sus anchas sin que broten discursos contra la necedad y la barbarie nacional.