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El pelucas del Elíseo

Como sucede con cualquier pueblo, los franceses tienen sus obsesiones. Una es la cocina, y ello ha contribuido a la felicidad, en general de los habitantes del planeta. Otra bastante más discreta para la percepción común es la peluquería. Francia está obsesionada por la coiffure, algo que cualquiera que visite el país vecino puede comprobar no ya en París o en otras grandes ciudades sino en el lugar más remoto de su geografía. En un villorrio donde no existe siquiera un café suele haber un par de peluquerías dedicadas al cuidado de las mismas damas que más tarde uno puede contemplar, si se mueve de un lado a otro del pueblo, perfectamente espelurziadas. Pero, aun así y no consigo explicarme el funcionamiento del negocio, la coiffure pour dames, igual que ocurre con la oficina de Correos, nunca falla.

Atendiendo a esa tendencia algo obsesiva por tener el peluquero siempre a mano, François Hollande ha contratado a un pelucas de cámara para el Elíseo que cobra 9.895 euros al mes, sueldo fijado hasta que concluya el mandato presidencial según ha desvelado el semanario satírico "Le Canard Enchaîné" en su edición digital. Probablemente no exista en el mundo otro que cobre una cantidad similar. Lo único que se la ha pedido al peluquero a cambio de su elevado salario es absoluta discreción. No dice ni pío. A Hollande, en cambio, los pelos se le han erizado al desvelarse la noticia en un país que tiene un 10 por ciento de desempleo y donde el sueldo mínimo es de 1.200 euros.

El pelucas justifica el dinero que gana en la dedicación total, las 24 horas del día, al Presidente, al que tiñe y peina sin descanso. Ni la cocinera de Miterrand, preocupada por darle con el gusto gourmet a su jefe, empleaba tantas horas. Incluso es posible que cobrase menos por satisfacer una obsesión bastante más razonable que la de teñir cuatro pelos.

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