Resulta cansino escuchar a muchos sectores del mundo del arte culpar al Gobierno de no ayudar lo suficiente al sector con ayudas fiscales como sería la rebaja del IVA en la venta de obras de arte. Nada más lejos de la realidad, cuando acudimos atónitos a ventas de arte de galerías, salas de subastas y directa de los mismo artistas sin ningún tipo de declaración fiscal.

Cierto es que justos pagan por pecadores, pero en el mundillo del arte, las galerías se embolsan alrededor del 50 % del valor de la obra. Por otra parte, las casas de subasta que en principio cobran un 20 % de comisión al comprador, en muchas ocasiones cobran otro 20% al vendedor justificándolo como IVA y ocultando una comisión del 20%. Con lo que en total obtienen unas ganancias del 40% sin declaración ninguna.

Pero, por si con esto no fuera suficiente, algunas casas de subastas y galerías, de manera habitual venden obras en B" sin ofrecer factura al vendedor que aunque perplejo, no la exige ya que sólo podría necesitarla en una futura venta. En definitiva un negocio redondo.

Y es que, en este mundo no solo hay listillos, hay auténticos ladrones que ni declaran y se aprovechan de la buena voluntad de los clientes, en muchos casos gente mayor o familias con recientes herencias, y en otros casos simplemente ingenuos que nunca pensaríamos que tras la cara amable del cordero se esconde un lobo cual Leonardo di Caprio en su película sobre Wall Street, que luchan sin medida por engañar tanto a compradores como a vendedores.

Los que amamos el arte nos sentimos indefensos ante los que utilizan el nombre del arte para embaucar porque su único amor es el dinero. Hacienda, ni se entera de la esperpéntica situación que se crea. Y, al final, todo queda en casa. Mientras tanto, en las revistas especializadas del sector sigue publicándose que el único motivo de la crisis del sector es el gobierno, cuando la verdadera crisis la producen los sinvergüenzas.

Actitudes como estas perjudican a los artistas y a los que se dedican al sector de manera profesional y decente. Tristemente, y como en muchas otras ocasiones, estas actuaciones no trascienden a la sociedad ni a los organismos oficiales.

Estamos viendo estos últimos tiempos, cómo muchos representantes públicos salen en los medios de comunicación, tras ser investigados por los juzgados. Pero la corrupción no sólo es de la clase política y la regeneración no debe ser tampoco exclusivamente política, sino social y ética. En otro caso, los críticos y escépticos con los políticos ratificaremos las palabras de Unamuno: «Todos estamos mintiendo al hablar de regeneración, puesto que nadie piensa en serio en regenerarse a sí mismo».