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Citas y despedidas

Las citas a ciegas oficiadas por Carlos Sobera en Cuatro van a triunfar mucho este verano. Con El Hormiguero y El Intermedio de vacaciones, el programa First dates tiene pista libre para adueñarse de una franja clave en las audiencias televisivas: el access prime time. En cristiano, los programas colocados entre el informativo y la oferta estrella de la noche. Y he de confesar que me tiene algo enganchado, porque se adapta perfectamente al ritmo del zapeo: pequeñas historias cortas sin demasiada trascendencia, puro divertimento con personajes de toda edad y condición que acuden a la tele con la desinhibida idea de encontrar amor y unos minutos de celebridad. La agilidad del montaje y el casting de enamoradizos consiguen un entretenimiento eficaz sin mayores pretensiones.

El maître Sobera ejerce con cierta desgana su nuevo papel, un tanto secundario. Incluso hay programas en que apenas alza la ceja, pero el restaurante del amor funciona solo y confirma a diario que este es un país descarado y que no solo de tronistas vive el exhibicionismo televisivo. Los más jóvenes, pero no solo ellos, suelen hablar de sexo en el primer encuentro, no sabemos si a pesar de las cámaras o precisamente por ellas.

El premio teórico es una segunda cita, pero algunos salen ya abrazados y besucones, con prisas por culminar a primera vista. El espectáculo garantiza alguna sonrisa, sea comprensiva, empática, burlona o de vergüenza ajena. Algo es algo. Por eso mismo Antena 3 ya ha movido ficha para que Juan y Medio vuelva a la cadena con un programa de citas amorosas. Lo que llaman, con glamour anglófono, un dating show.

Pablo Motos no optó por el glamour hollywoodiense para cerrar su décima y más exitosa temporada de El Hormiguero. Lo suyo, más que un programa, ya es un fenómeno televisivo y le puso el broche a este curso récord de audiencia con un invitado que es más bien un amigo de la casa y nunca falla: Enrique San Francisco. Todos nos iríamos a tomar una cerveza con él y parece ser que él también se la toma con todos. Esta es de las despedidas que deja hueco en verano, como la de Wyoming. Una lástima que El Intermedio haya cerrado con el Gobierno en funciones, porque el culebrón de la investidura ya solo haría gracia contado por ellos.

Al menos, cine. Puestos a buscar efectos positivos a tanta despedida, me consuela que ha acabado Supervivientes sin llegar a conocer al ganador ni de vista. Y también que haya ahora más hueco para el cine. Y no hace falta que sea de estreno. Esta semana, Sin perdón y la primera de Indiana Jones se han colado en prime time. Más vale viejo, conocido y bueno.

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