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Lo advierto

Los seres de este mundo (los que no somos futbolistas) podemos intuir en qué consiste esa combinación de energía y ánimo algunos días en los que al salir a la calle y respirar el aire húmedo sentimos una plétora extraña.

Hace años se puso de moda un concepto, el de «la zona», como ese estado psico-físico en el que uno se encuentra en la plenitud de sus facultades. Conquistan la zona aquellos jugadores de fútbol (o de tenis, lo mismo da) que un día, durante algunos minutos de un partido importante, consiguen que su talento y su fuerza física se pongan de acuerdo para llevar a cabo una jugada genial. Los seres de este mundo (los que no somos futbolistas) podemos intuir en qué consiste esa combinación de energía y ánimo algunos días en los que al salir a la calle y respirar el aire húmedo (ha llovido y la atmósfera está empapada en ozono) sentimos una plétora extraña, que durará con suerte hasta que nos metamos en el ascensor de la oficina. La zona, según nos parecía entender, era un estado cuya posesión exigía sacrificios previos: alimentación adecuada, gimnasio, no fumar, no beber, no llevarse disgustos. Estuve durante una época obsesionado con la zona. Un día le hablé de ella a mi psiquiatra.

„Bueno, bueno „me dijo contemporizador„ tú de momento sigue con los ansiolíticos y más adelante ya veremos.

Con los ansiolíticos no alcanzas la zona, pero llegas a la sub-zona, donde el desasosiego se encuentra muy atenuado por la química. Lo bueno sería dar con una cápsula que te excitara al tiempo de quitarte la ansiedad, lo cual quizá sea contradictorio. El otro día vi una foto de Leo Messi en un yate, con una copa de champán en la mano, y comprendí que ese hombre había alcanzado la zona. A veces, la zona es un yate.

Viene todo esto a cuento de la expresión «abandonar la zona de confort» que últimamente todo el mundo repite sin cesar. Ahora lo que está de moda no es conquistar la zona, sino abandonarla. Incluso aunque no se haya alcanzado. Para Messi es fácil salir del yate. No tiene más que abrir la puerta (en el caso de que los yates tengan puerta) y dar un paso al frente. Además sería recibido por los directivos del Barça con los brazos abiertos. Es otra moda: la de que cada institución tenga en nómina a un defraudador a modo de mascota. El único modo, sin embargo, que tengo yo de abandonar mi zona de confort es quitarme de los ansiolíticos. Pero ya advierto que me pongo como una fiera.

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