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Aquí no hay quien legisle

Para cuándo una serie con nuestros políticos? Tenemos ministerios que viajan en el tiempo, reyes de Castilla, policías malvados, embajadores, cárceles femeninas, etc. Pero ninguna ficción que supere a la realidad de nuestros políticos.

Propongo un argumento de comedia: Después de unas elecciones, el líder del partido mayoritario visita al Rey y se niega a postularse como presidente (risas enlatadas). Los demás líderes lo abuchean (más risas), le dicen que le gusta mucho sestear (más risas), propagan a los cuatro vientos la necesidad de cambiarlo todo. Se ponen a negociar la alternativa y se pelean por ver quién sale más guapo en la foto y en primer plano (más risas). Finalmente, se tiran los trastos a la cabeza y convocan nuevas elecciones (carcajadas).

O un argumento de drama: Políticos corruptos de todas las latitudes son encarcelados (música dramática). Las colas del paro se llenan de cincuentones y veinteañeros (algunos cuentan su drama llorando). Una madre con tres hijos en la caja del súper, cuenta el dinero y no le llega para pagar la cuenta («crescendo» de violines). Amancio Ortega visita sus fábricas en el lejano oriente. Los trabajadores de ojos rasgados no saben quién ese señor tan rico que los arenga. Finalmente, los políticos se tiran los trastos a la cabeza y convocan nuevas elecciones.

Y el último capítulo puede ser igual para las dos: se celebran las nuevas elecciones. Los políticos dicen que por nada del mundo irán a terceros comicios (risas o música trágica, según sea comedia o drama). Planos de gente normal con caras de: pasmo, incredulidad, aburrimiento, impaciencia, etc (risas o violines). Ortega sigue igual, las colas del Servef siguen igual. Los padres de la patria siguen tirándose los trastos a la cabeza, pero ahora al adversario externo y al correligionario. (Si es comedia, más risas de bote, si es drama, más violines).

¡Ah! Y para el título de la serie no hay que «calfar-se massa el cap». La llamamos «Telediario» y a reventar los índices de audiencia.

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