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Mueve la cintura

No siempre encuentro artículos políticos interesantes y atinados, pero la última semana di con dos: La política del miedo, de Miguel Catalán, profesor y escritor, y L´ofensiva conservadora i la lluita per l´hegemonia, de Vicent Flor, director del Institut Alfons El Magnànim, ambos en Levante-EMV. Los dos señalan la facilidad con que los poderes terrenales nos colocan su interpretación de las cosas, no siempre por nuestra inteligencia menguada, sino por el exceso de recursos puestos en las manos de ellos.

El poder democrático tiene una dimensión vertical, estratificada, que depende de elecciones, grupos cívicos, movimientos. Hay otra distribución del poder más perversa: horizontal y fundada en el aval mutuo: latifundios ideológicos, financieros, religiosos, mediáticos, gremiales, cuajados mucho antes del comienzo de la liza. Yo veo en un quiosco las cabeceras de Madrid (que hablan todas igual de lo mismo) y sé que algo anda averiado en la capital del Reino. No se cortan, todo vale y, aunque la España de Rajoy sea el primer proveedor de armas de Venezuela, el peligroso es Pablo Iglesias. Curioso, ¿no? Lo recuerda Miguel Catalán, que cifra en el miedo a parecerse a Venezuela el considerable éxito conductista que se ha traducido en la hinchazón de adhesiones a Mariano: viejas, temerosas y desinformadas adhesiones. Eso sí que es un movimiento tectónico: del Caribe a la Meseta castellana.

Como tengo memoria de tísico y tardo tanto en ejecutar la venganza que a veces hasta se me olvida, recuerdo que en 1995/96 el PP dedicó su primer año de gobierno a presentar a los socialistas como el colmo de la maldad y la corrupción (y el tono y la rabia eran mucho peores que las ideas) y eso que las aventuras de Luis Roldán en Laos, al lado de todas las redes criminales urdidas en torno al PP, se han revelado como travesuras casi tan inocentes como las de Zipi y Zape. O sea que la lucha ideológica es como la música: no puede parar. Y como el baile y el humor, es mucho más impactante cuanto mejor se mueva la cintura.

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