Escasa necesidad de agua, gran capacidad para crecer con poco sustrato y resistente a la salinidad y a la exposición solar. «Carpobrotus edulis», conocida como uña de león o «bàlsam», es una planta exótica, por su origen surafricano, muy utilizada en jardinería, que se ha convertido en una especie de gran impacto ambiental por su potencia invasiva y capacidad de destrucción de los ecosistemas autóctonos. Por ejemplo, causa estragos en el ámbito mediterráneo, también en las islas Baleares, sobre todo, en Menorca, el litoral cantábrico y del Atlántico sur. De hecho, esta reptante se encuentra en la lista de las cien especies invasoras más perjudiciales de Europa. En estos días de verano ofrece una cobertura verde brillante con llamativas flores amarillas en dunas, arenales, e incluso, en acantilados, donde sobrevive en las condiciones climáticas más adversas a costa de acabar con el equilibrio natural.

Existen muchas incógnitas sobre los mecanismos implicados en las invasiones biológicas en el mundo vegetal, y científicos de la Universitat de Barcelona (UB) han descubierto recientemente que la agresividad «Carpobrotus edulis» está vinculada con su crecimiento clonal, muy extendido entre diferentes taxones vegetales. Es decir, no se reproduce con semillas, sino que da lugar a descendientes genéticamente idénticos y capaces de sobrevivir de manera independiente o conectada.

La propagación clonal, además, da lugar a sistemas biológicos cooperativos y «permite colonizar rápidamente nuevos espacios, competir de manera más eficiente por la luz y ocupar el lugar de otras especies nativas», destaca Sergi Munné Bosch, profesor de Biología Evolutiva de la UB, uno de los autores de este hallazgo publicado en la revista «Plant Science».