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Una plácida agonía

Desde luego que pueden y deben señalarse razones que expliquen las obvias y tremendas dificultades para formar gobierno en España: el presidencialismo de la estructura interna del PP, que convierte una rebelión para sustituir a Mariano Rajoy en algo inimaginable; el propio egoísmo mezquino y ruin del jefe del Gobierno; las resistencias de los partidos emergentes a pactar con aquellos a los que pretenden sustituir y el rechazo de los viejos partidos a admitir como socios a sus principales competidores electorales; el terror del PSOE instalado en la disyuntiva de suicidarse o morir; el tacticismo ahora mosqueado y contrito de Pablo Iglesias y su peña; la imbecilidad indescriptible de las organizaciones independentistas, particularmente las catalanas (obsérvese lo que en una situación actual podría rentabilizar la antigua CiU con una quincena de diputados, una pena que se haya descubierto finalmente las costuras mafiosas del artefacto pujolista). Pero después de seis meses largos de gobierno en funciones uno empieza a sospechar que debe ocurrir otra cosa. Yo creo que estamos consumiendo nuestras últimas reservas de épica ibérica. Esto no es un prólogo, sino un epílogo. De los sueños de asaltar el cielo y ponerle un jacuzzi al proletariado o del anhelo rojigualdo de acabar de una vez con los malditos rojos. Los dirigentes políticos parecen dirigentes políticos y al mismo tiempo personajes de un video juego. Más tarde o más temprano, sin embargo, habrá que abandonar la consola como último consuelo. Y se entrará, con o sin Rajoy, en la tercera fase de la interminable crisis económica y social. Una crisis - y al final de esta tercera parte será evidente - que ya no es una coyuntura negativa singularmente abrasiva, sino la construcción de un nuevo modelo de relaciones sociales, laborales y, finalmente, políticas. El fin de la construcción europea y el Estado de Bienestar, el triunfo del provincianismo nacionalista, del precariado y de un muy desigual reparto de la renta para no asfixiar - es un consuelo-- el crecimiento.

Unos 10.000 millones de euros. La Comisión pretende que el 80% de ese nuevo recorte multimillonario se sustancie en los presupuestos generales de España para 2017, pero unos 2.000 millones deben extirparse en los últimos cuatro meses del año. Vendrán los hombres (y mujeres) de negro para examinar trimestralmente las cuentas del país desde las suites del Hotel Palace. Mariano Rajoy y su cuadrilla mintieron a los españoles y a las autoridades europeas, los primeros le votaron mayoritariamente, los segundos le van a multar y le pondrán un pequeño ejército de contables emboscados en las barbas. Ah, y para el 2018, otro paquete de tijeretazos de 6.000 o 7.000 millones de euros, que no sé por qué no lo dice nadie. Ah, claro, porque están aterrados, como todos, como yo mismo, y por eso no cerramos la consola, y seguimos entretenidos, que no se acabe nunca, con esta serie de humor negro que consiste en cómo formar mayoría parlamentaria en la España del siglo XXI.

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